domingo, 15 de mayo de 2022

 

LAS FRONTERAS Y EL TIEMPO LAS SEPARAN, EN LA ESCRITURA LAS ENCONTRÉ: SIMONE DE BEAUVOIR Y MARCELA SERRANO 

 

Artículo publicado en la Revista Boliviana "Mujeres en Comunidad" Foto: Tomada de la misma Revista.

 

Por: Anahi Alurralde Molina*

Este escrito pretende ser breve, pero puntual.

Quiero plantear que la escritura es la trinchera de resistencia y de memoria de las mujeres y que puede ser el punto de coincidencia entre mujeres de diferentes culturas, diferentes idiomas y diferentes historias.

De Francia a Chile, de Chile a Francia

Diferentes tiempos y lugares, mismos sentires ¿El modo de expresar esos sentires? La escritura.

Simone de Beauvoir, nació en Francia en 1908, fue filósofa y escritora

Marcela Serrano, nació en Chile en 1951, es artista plástica y escritora.

Ambas escribieron para entender, sanar y contar parte de sus vidas.

Hablar de la obra de ambas implicaría un artículo exclusivo de más de 10.000 caracteres, pero como este escrito pretende ser breve y puntual sólo narraré con cuidado el punto común por el cual siento que las encuentro a ambas en un lugar común.

De 1954 a 1995: 41 años de diferencia, pero las mimas emociones

Simone de Beauvoir escribió en Francia la novela “Las Inseparables” en 1954

Marcela Serrano escribió en Chile la  novela “Antigua Vida Mía” en 1995.

Fueron escritos en diferentes temporalidades, pero las dos historias coinciden: ambos tratan sobre la amistad entre mujeres, exactamente entre dos mujeres.

En ambas historias las dos protagonistas se conocen a los 8 años, conectan y empiezan a amarse y cuidarse.

En Las Inseparables el cuidado y el amor sólo llegan hasta los 21 años. Una de las protagonistas muere, la otra no puede salvarla porque son más fuertes los prejuicios, los límites y los miedos que llenan a las mujeres de contradicciones dolorosas.

En Antigua Vida Mía, las dos protagonistas se acompañan y sostienen la vida hasta casi su quinta década y aquí las dos se salvan, una a la otra, cada una desde sus fuerzas y memorias vitales. Ambas tienen que morir para resucitar y vivir una segunda vida, una donde sean más libres.

Las dos novelas me hacen confirmar el valor inmenso de la amistad entre mujeres, ese lazo que se construye y se convierte en nuestra primera reserva emocional. Ambas novelas apuestan a la amistad entre mujeres como una cura posible, como un escape, como un refugio.

En ambos escritos que se llevan más de 40 años de diferencia, encontré a dos autoras que sintieron su escritura como una afirmación, un desahogo y una catarsis. 

Simone de Beauvoir en un ejercicio autobiográfico escribe Las Inseparables para relatar la historia con su amada amiga de infancia, a la cual no pudo salvar. Su memoria se niega a olvidar y recurre a la escritura para denunciar la verdadera muerte de su amiga: Murió de prejuicios y de frustración.

Marcela Serrano se inspira en una ciudad de Guatemala para escribir  Antigua Vida Mía elige dos protagonistas para denunciar las contradicciones a las que se enfrentan las mujeres, aquí las dos se salvan entre sí de los prejuicios y luchan contra la frustración.

En ambas novelas encontré partes de mi historia y de muchas otras mujeres porque soy una convencida que sólo las mujeres nos salvamos entre mujeres.

 

 

*Escritora Feminista y Politóloga

 

domingo, 24 de abril de 2022

 

DOS DÍAS EN EL PAÍS DE LAS MUJERES

 

Foto tomada de la web: https://www.psicologiaintegraluruguay.com/2013/07/circulo-de-mujeres-sobre-maternidad.html

 Por: Anahi Alurralde Molina*

Gracias a Gioconda Belli ando soñando con el país de las mujeres donde todas militaríamos en el  Partido de Izquierda Erótica.

Ese sueño me visita noche a noche y me deja ansiosa por las mañanas porque no logro recordar bien los rostros y los diálogos. Por eso lo decidí, no esperaré a que anochezca, hoy voy a soñar despierta.

¡Soñemos con el país de las mujeres!

Imagino calles iluminadas y libres de fétidos olores.

Imagino las calles transitadas por las noches libres de riesgos y miedo.

Hago una pausa y dejo de pensar en las calles.

Empiezo a preguntarme ¿Qué mujeres ya tendrían residencia oficial en ese país?  ¿Y yo cómo la obtendría? No, no quiero racionalizar nada, sólo quiero soñar.

Primer día…

Empiezo a recorrer las calles de la primera ciudad que visito.

Encuentro a Mary Wollstroncraf en una plaza con mujeres más jóvenes contándoles sobre sus escritos y sus críticas al matrimonio.  

Avanzó un poco más y veo a Olimpia Gouges relatando la pesadilla que tuvo con un tal Robespiere, decía “En el sueño yo le enviaba un carta y él me mandaba a la guillotina”.

Voy a buscar algo de comer y en el restaurante, encuentro a Flora Tristán junto a mujeres obreras, logro escuchar que les cuenta sobre su padre peruano y su madre francesa y lo que se siente ser una paria.

Salgo de ahí en busca de un periódico, me dicen que el único periódico se llama “La Rosa Roja” compro uno, lo leo y encuentro a Rosa Luxembrugo como la editora y columnista principal. Su pluma es clarísima, vierte serias críticas a los países vecinos  sobre la acumulación del capital.

En el periódico me entero que habrá una Asamblea en la plaza principal, me dirijo a ella. Ahí está Clara Zetkin, anunciando la Internacional Socialista de mujeres rumbo al 8 de Marzo.

Veo a muchas universitarias que finalizada la Asamblea se retiran a la Universidad, decido acompañarlas, me cuentan que van de prisa porque tienen clase de filosofía existencialista con la docente más rigurosa.

Llegamos al aula y ahí está Simone de Beavouir, con el cabello recogido formado en un moño delicado, la mirada dura y la voz contundente. Me quedo en la clase y me deleito escuchando su exposición sobre el segundo capítulo del Segundo Sexo. En medio de la clase hace una pausa para hablar de literatura, se sienta en el escritorio y nos dice “Escriban su propia historia, por dos razones, primero para entenderse y trascender, segundo para que no venga nadie a contarla por ustedes”

Termina la clase y cae la tarde, las estudiantes me invitan a la cafetería de la Universidad, ahí encuentro a Virginia Woolf hablando sobre como habita su cuarto propio y sus alucinaciones con la hermana de Shakespeare.

Por la noche paseo tranquila por el bulevar “La libertad”, veo a jóvenes y niñas jugando por las calles, otras mujeres pasan con cerveza o café caliente para apaciguar el viento.

Después de preguntar por varias opciones, elijo buscar el hotel que la mayoría me aconsejó. Las dueñas son una pareja que más que hotel, fundaron un refugio para las mujeres que llegan de otros países. Llego al hotel y me encuentro con Kate Millet y Shopie Keir, ellas son las dueñas.

Me reciben con chocolate caliente y mientras me registro me cuentan sobre su relación, me informan que su forma de entender las relaciones entre mujeres se refleja en las políticas del hotel/refugio. Kate se retira primero, me cuenta que está escribiendo “Viajes al manicomio” y que en las noches es donde encuentra más inspiración.

En mi segundo día en el país de las mujeres durante el desayuno, Kate me recomienda visitar otra ciudad, me dice que está a unas pocas horas, que es casi un deber visitarla porque es una tierra guerrera; me dice, y yo me emociono.

Segundo día…

Embarco el tren, me arropo más porque el frío empieza a penetrar, horas más tarde diviso unas montañas dando la bienvenida.

Arribo en una terminal llamada “Alto de Rodillas” voy caminando y me encuentro con un gran construcción que tiene un cartel “Comité popular”, decido entrar y veo de lejos a Bartolina Sisa impartiendo formación política y sindical a varia otras mujeres.

En medio del curso ella les cuenta “Otra vez recibí carta internacional de ese tal TUPAC, no entiende que no me interesa” todas se sonríen y dicen en coro “Claro, muy feo es para vos” se escuchan muchas risas y la clase continua.

Sigo recorriendo el Comité y en la parte de atrás hay un salón ancho y frío,  están Gregoria Apaza y Juana Azurduy discutiendo acaloradamente por el nombre que le pondrán a ese nuevo ambiente.

Gregoria pedía que se llame “Ayo, Ayo”, Juana abogaba por “Chuquisaca”. Las interrumpo para preguntar ¿Disculpen, y cuál sería el uso del salón? , me responden que será un salón para dar clases de historia.

Caigo en cuenta de la disyuntiva y decido despedirme. Ambas al mismo tiempo me dicen “Adios, Waway”.

Salgo del Comité Popular y tomo un taxi en busca de un hotel para dejar mis cosas, la conductora me recomienda “La casa azul” porque es un lugar para comer, leer, beber y además hospedarse. Con esa descripción no me resisto y nos dirigimos ahí.

Llego y me recibe Frida Khalo, la dueña y anfitriona de la Casa Azul, lo hace con un abrazo y un tequila.

Su mirada me intimida y me enternece a la vez, está vestida con una larga falda negra con rosas rojas bordadas, con un huipil rojo sangre que brilla y combina con las rosas blancas y rojas que lleva en la cabeza.

El recorrido hasta la habitación resulta una aventura porque tengo de acompañantes a muchos perros y monos, no alcanzo a acariciar a todos, los monos se enojan y se van.

A la hora de la comida, veo una larga mesa con muchas mujeres, está Manuela Saenz, Tina Modotti, Adela Zamudio, Yolanda Bedregal, Violeta Parra; y en la cabecera de la mesa está Frida.

Hace un brindis por las que llegaron expresando “En esta casa si llegan con penas en el corazón, las ahogamos con tequila” ¡Salud!

Mientras comemos, Manuelita Saenz cuenta sobre un tal Bolívar que vendrá a verla, Adela Zamudio les cuenta sobre el epílogo de su novela Íntimas.

Violeta Parra intenta relatar un desamor, no puede, no le salen las palabras, le pedimos que cante para mitigar su dolor, empieza  cantar  Maldigo,  fue ahí donde comprendimos cuánto estaba sufriendo

Para bajar la tensión Tina Modotti  nos empieza a tomar fotos a todas, retrata la comida y la bebida.

Durante el postre Yolanda Bedregal le pide consejos a Frida sobre el Comité de Literatura Infantil que quiere formar, como a Frida le gustan las niñas, le da algunas sugerencias.

Termina la comida y todas nos retiramos con el compromiso de vernos a las siete de la noche porque habrá una velada especial.

Por la tarde aprovecho para pasear por el centro, pregunto por el periódico de la ciudad y me dicen que circulan dos: “Soledad y desolación” y “Las letras de los deseos”.

Compro los dos, Soledad y desolación lo dirige Marcela Lagarde, el contenido está enfocado al amor, como columnista encuentro a Coral Herrera que escribe sobre las mujeres que ya no sufren por amor. En la parte final anuncian que hoy Marcela Lagarde estará en el Círculo de mujeres en la plaza universitaria. Según el reloj tengo 20 minutos para llegar.

Emprendo el camino mientras hojeo Las letras de los deseos, en él la directora es María Galindo y las columnistas principales son Rita Segato y Silvia Federeci. El contenido es muy creativo, es diverso y construido por  diferentes mujeres, encuentras arte no canónico, fotografía, política, comida, artesanía, etc. En la parte final hay una sección curiosa de sátira y parodia de personajes públicos.

Llego a la plaza universitaria y ahí están Marcela Lagarde y Domitila Barrios, ambas van a dirigir el taller de hoy. Hay muchas mujeres, adolescentes,  jóvenes, adultas y también ancianas. Me cuentan que todas son escuchadas, esa es la razón por la que asisten al Círculo de mujeres que se lleva a cabo cada dos semanas.

Empieza Domitila hablando sobre el miedo como principal enemigo, surgen muchas preguntas, Domitila responde con calma a cada una de las compañeras, sobre todo a las ancianas que con arrugas en las manos y canas en los cabellos cuentan que ellas sintieron miedo toda su vida y que antes de morir quieren soltarlo.

Después de todas las intervenciones, empieza Marcela ligando el tema del miedo con la soledad, les pregunta ¿Cuántas de ustedes le tienen miedo a la soledad? Y casi todas levantan la mano.

Y así va transcurriendo una sesión de conversa y escucha muy poderosa.

Veo mi reloj, son las 6 de la tarde debo volver a la Casa Azul. Me acerco a Marcela y Domitila y les digo: ¡Que buen equipo forman, la sabiduría de ambas es un arma poderosa”!

Llego a la Caza Azul y en la sala principal recién llegada está María Monjas, una poeta que llega con el firme objetivo de hablar de las mujeres de la casa azul porque piensa que nadie hablará de ellas.

Le aviso de la velada que anunciaron, quedamos en vernos a las siete empunto en el patio, nuestra empatía es inmediata.

Finalmente estamos todas en el patio y Frida presenta a las nuevas anfitrionas que desde hoy dirigirán con ella la Casa Azul.

Angeles Mastretta y Marcela Serrano, así se llaman las nuevas compañeras, Frida cuenta que las eligió porque ambas gozan de una intuición prolija para entender y sentir las emociones de las mujeres.

Mastretta nos saluda a todas con una sonrisa exclamando con fuerza “Que la Casa Azul sea nuestro refugio físico y emocional, para eso he venido, para crear momentos e historias”

Serrano con un semblante empático nos mira a todas y nos dice contundentemente:

 “Sólo las mujeres salvan a las mujeres” ¡Salvemos entre todas y de nosotras mismas! ¡Qué viva la Casa Azul!

Se escucha el grito unísono ¡Que viva!

Frida emocionada aplaude haciendo sonar sus anillos y anuncia:

“Ahora que comience la fiesta”

En eso llega Chavela Vargas, empieza con Macorina, pasa por Sandunga, le pedimos la Llorona y termina con Paloma negra y es ahí, en ese momento donde me desbordo de alegría y lloro, lloro mucho porque sé que es mi última noche en este país.

Para mí despedida todas hacen un ritual de acuerpamiento, cada una prende una vela y me la entregan con un deseo, estoy rodeada del fuego de las velas que es el fuego de ellas y sus ancestras.

El despertar…

Así imaginé y soñé mi visita por el país de las mujeres, fue corta porque sólo visité dos ciudades.

Amé imaginarlas y quiero seguir soñando despierta, con más ciudades de ese país con otras mujeres maravillosas. Cuando lo vuelva a hacer, prometo volver a contar el sueño.

 

 

*Escritora, Feminista y Politóloga