DOS DÍAS EN EL PAÍS DE LAS MUJERES
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Foto tomada de la web: https://www.psicologiaintegraluruguay.com/2013/07/circulo-de-mujeres-sobre-maternidad.html
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Por: Anahi Alurralde Molina*
Gracias a Gioconda Belli ando soñando con el país de las
mujeres donde todas militaríamos en el
Partido de Izquierda Erótica.
Ese sueño me visita noche a noche y me deja ansiosa por las
mañanas porque no logro recordar bien los rostros y los diálogos. Por eso lo
decidí, no esperaré a que anochezca, hoy voy a soñar despierta.
¡Soñemos con el país de las mujeres!
Imagino calles iluminadas y libres de fétidos olores.
Imagino las calles transitadas por las noches libres de
riesgos y miedo.
Hago una pausa y dejo de pensar en las calles.
Empiezo a preguntarme ¿Qué mujeres ya tendrían residencia
oficial en ese país? ¿Y yo cómo la
obtendría? No, no quiero racionalizar nada, sólo quiero soñar.
Primer día…
Empiezo a recorrer las calles de la primera ciudad que
visito.
Encuentro a Mary Wollstroncraf en una plaza con mujeres más
jóvenes contándoles sobre sus escritos y sus críticas al matrimonio.
Avanzó un poco más y veo a Olimpia Gouges relatando la
pesadilla que tuvo con un tal Robespiere, decía “En el sueño yo le enviaba un carta y él me mandaba a la guillotina”.
Voy a buscar algo de comer y en el restaurante, encuentro a Flora
Tristán junto a mujeres obreras, logro escuchar que les cuenta sobre su padre
peruano y su madre francesa y lo que se siente ser una paria.
Salgo de ahí en busca de un periódico, me dicen que el único
periódico se llama “La Rosa Roja” compro uno, lo leo y encuentro a Rosa Luxembrugo
como la editora y columnista principal. Su pluma es clarísima, vierte serias
críticas a los países vecinos sobre la
acumulación del capital.
En el periódico me entero que habrá una Asamblea en la plaza
principal, me dirijo a ella. Ahí está Clara Zetkin, anunciando la Internacional
Socialista de mujeres rumbo al 8 de Marzo.
Veo a muchas universitarias que finalizada la Asamblea se
retiran a la Universidad, decido acompañarlas, me cuentan que van de prisa
porque tienen clase de filosofía existencialista con la docente más rigurosa.
Llegamos al aula y ahí está Simone de Beavouir, con el
cabello recogido formado en un moño delicado, la mirada dura y la voz
contundente. Me quedo en la clase y me deleito escuchando su exposición sobre
el segundo capítulo del Segundo Sexo. En medio de la clase hace una pausa para
hablar de literatura, se sienta en el escritorio y nos dice “Escriban su propia historia, por dos
razones, primero para entenderse y trascender, segundo para que no venga nadie
a contarla por ustedes”
Termina la clase y cae la tarde, las estudiantes me invitan
a la cafetería de la Universidad, ahí encuentro a Virginia Woolf hablando sobre
como habita su cuarto propio y sus alucinaciones con la hermana de Shakespeare.
Por la noche paseo tranquila por el bulevar “La libertad”,
veo a jóvenes y niñas jugando por las calles, otras mujeres pasan con cerveza o
café caliente para apaciguar el viento.
Después de preguntar por varias opciones, elijo buscar el
hotel que la mayoría me aconsejó. Las dueñas son una pareja que más que hotel,
fundaron un refugio para las mujeres que llegan de otros países. Llego al hotel
y me encuentro con Kate Millet y Shopie Keir, ellas son las dueñas.
Me reciben con chocolate caliente y mientras me registro me
cuentan sobre su relación, me informan que su forma de entender las relaciones
entre mujeres se refleja en las políticas del hotel/refugio. Kate se retira
primero, me cuenta que está escribiendo “Viajes al manicomio” y que en las
noches es donde encuentra más inspiración.
En mi segundo día en el país de las mujeres durante el
desayuno, Kate me recomienda visitar otra ciudad, me dice que está a unas pocas
horas, que es casi un deber visitarla porque es una tierra guerrera; me dice, y
yo me emociono.
Segundo día…
Embarco el tren, me arropo más porque el frío empieza a
penetrar, horas más tarde diviso unas montañas dando la bienvenida.
Arribo en una terminal llamada “Alto de Rodillas” voy
caminando y me encuentro con un gran construcción que tiene un cartel “Comité
popular”, decido entrar y veo de lejos a Bartolina Sisa impartiendo formación
política y sindical a varia otras mujeres.
En medio del curso ella les cuenta “Otra vez recibí carta internacional de ese tal TUPAC, no entiende que
no me interesa” todas se sonríen y dicen en coro “Claro, muy feo es para vos” se escuchan muchas risas y la clase
continua.
Sigo recorriendo el Comité y en la parte de atrás hay un
salón ancho y frío, están Gregoria Apaza
y Juana Azurduy discutiendo acaloradamente por el nombre que le pondrán a ese
nuevo ambiente.
Gregoria pedía que se llame “Ayo, Ayo”, Juana abogaba por
“Chuquisaca”. Las interrumpo para preguntar ¿Disculpen, y cuál sería el uso del
salón? , me responden que será un salón para dar clases de historia.
Caigo en cuenta de la disyuntiva y decido despedirme. Ambas
al mismo tiempo me dicen “Adios, Waway”.
Salgo del Comité Popular y tomo un taxi en busca de un hotel
para dejar mis cosas, la conductora me recomienda “La casa azul” porque es un
lugar para comer, leer, beber y además hospedarse. Con esa descripción no me
resisto y nos dirigimos ahí.
Llego y me recibe Frida Khalo, la dueña y anfitriona de la
Casa Azul, lo hace con un abrazo y un tequila.
Su mirada me intimida y me enternece a la vez, está vestida
con una larga falda negra con rosas rojas bordadas, con un huipil rojo sangre
que brilla y combina con las rosas blancas y rojas que lleva en la cabeza.
El recorrido hasta la habitación resulta una aventura porque
tengo de acompañantes a muchos perros y monos, no alcanzo a acariciar a todos,
los monos se enojan y se van.
A la hora de la comida, veo una larga mesa con muchas
mujeres, está Manuela Saenz, Tina Modotti, Adela Zamudio, Yolanda Bedregal,
Violeta Parra; y en la cabecera de la mesa está Frida.
Hace un brindis por las que llegaron expresando “En esta casa si llegan con penas en el
corazón, las ahogamos con tequila” ¡Salud!
Mientras comemos, Manuelita Saenz cuenta sobre un tal
Bolívar que vendrá a verla, Adela Zamudio les cuenta sobre el epílogo de su
novela Íntimas.
Violeta Parra intenta relatar un desamor, no puede, no le
salen las palabras, le pedimos que cante para mitigar su dolor, empieza cantar Maldigo, fue
ahí donde comprendimos cuánto estaba sufriendo
Para bajar la tensión Tina Modotti nos empieza a tomar fotos a todas, retrata la
comida y la bebida.
Durante el postre Yolanda Bedregal le pide consejos a Frida
sobre el Comité de Literatura Infantil que quiere formar, como a Frida le
gustan las niñas, le da algunas sugerencias.
Termina la comida y todas nos retiramos con el compromiso de
vernos a las siete de la noche porque habrá una velada especial.
Por la tarde aprovecho para pasear por el centro, pregunto
por el periódico de la ciudad y me dicen que circulan dos: “Soledad y desolación” y “Las letras de los deseos”.
Compro los dos, Soledad
y desolación lo dirige Marcela Lagarde, el contenido está enfocado al amor,
como columnista encuentro a Coral Herrera que escribe sobre las mujeres que ya
no sufren por amor. En la parte final anuncian que hoy Marcela Lagarde estará
en el Círculo de mujeres en la plaza universitaria. Según el reloj tengo 20
minutos para llegar.
Emprendo el camino mientras hojeo Las letras de los deseos, en él la directora es María Galindo y las
columnistas principales son Rita Segato y Silvia Federeci. El contenido es muy
creativo, es diverso y construido por diferentes mujeres, encuentras arte no
canónico, fotografía, política, comida, artesanía, etc. En la parte final hay
una sección curiosa de sátira y parodia de personajes públicos.
Llego a la plaza universitaria y ahí están Marcela Lagarde y
Domitila Barrios, ambas van a dirigir el taller de hoy. Hay muchas mujeres,
adolescentes, jóvenes, adultas y también
ancianas. Me cuentan que todas son escuchadas, esa es la razón por la que
asisten al Círculo de mujeres que se lleva a cabo cada dos semanas.
Empieza Domitila hablando sobre el miedo como principal
enemigo, surgen muchas preguntas, Domitila responde con calma a cada una de las
compañeras, sobre todo a las ancianas que con arrugas en las manos y canas en
los cabellos cuentan que ellas sintieron miedo toda su vida y que antes de
morir quieren soltarlo.
Después de todas las intervenciones, empieza Marcela ligando
el tema del miedo con la soledad, les pregunta ¿Cuántas de ustedes le tienen
miedo a la soledad? Y casi todas levantan la mano.
Y así va transcurriendo una sesión de conversa y escucha muy
poderosa.
Veo mi reloj, son las 6 de la tarde debo volver a la Casa
Azul. Me acerco a Marcela y Domitila y les digo: ¡Que buen equipo forman, la sabiduría de ambas es un arma poderosa”!
Llego a la Caza Azul y en la sala principal recién llegada
está María Monjas, una poeta que llega con el firme objetivo de hablar de las
mujeres de la casa azul porque piensa que nadie hablará de ellas.
Le aviso de la velada que anunciaron, quedamos en vernos a
las siete empunto en el patio, nuestra empatía es inmediata.
Finalmente estamos todas en el patio y Frida presenta a las
nuevas anfitrionas que desde hoy dirigirán con ella la Casa Azul.
Angeles Mastretta y Marcela Serrano, así se llaman las
nuevas compañeras, Frida cuenta que las eligió porque ambas gozan de una
intuición prolija para entender y sentir las emociones de las mujeres.
Mastretta nos saluda a todas con una sonrisa exclamando con
fuerza “Que la Casa Azul sea nuestro
refugio físico y emocional, para eso he venido, para crear momentos e
historias”
Serrano con un semblante empático nos mira a todas y nos
dice contundentemente:
“Sólo las mujeres salvan a las mujeres” ¡Salvemos entre todas y de nosotras
mismas! ¡Qué viva la Casa Azul!
Se escucha el grito unísono ¡Que viva!
Frida emocionada aplaude haciendo sonar sus anillos y
anuncia:
“Ahora que comience la fiesta”
En eso llega Chavela Vargas, empieza con Macorina, pasa por
Sandunga, le pedimos la Llorona y termina con Paloma negra y es ahí, en ese
momento donde me desbordo de alegría y lloro, lloro mucho porque sé que es mi
última noche en este país.
Para mí despedida todas hacen un ritual de acuerpamiento,
cada una prende una vela y me la entregan con un deseo, estoy rodeada del fuego
de las velas que es el fuego de ellas y sus ancestras.
El despertar…
Así imaginé y soñé mi visita por el país de las mujeres, fue
corta porque sólo visité dos ciudades.
Amé imaginarlas y quiero seguir soñando despierta, con más
ciudades de ese país con otras mujeres maravillosas. Cuando lo vuelva a hacer, prometo
volver a contar el sueño.
*Escritora, Feminista y Politóloga