Por:
Anahi Alurralde Molina*
Escribir es siempre un reto y más
cuando tu relato es de esos que van a incomodar, irritar y por supuesto
criticar, pero hace tiempo que se perdió el miedo al juicio social, a ese que
sobre todo recae en las mujeres.
Voy a hablar de ese tema que
durante medio año ha mantenido a todas y todos en constante polémica,
discusión, desencuentro y falsos debates sobre dicotomías que en realidad no
existen.
Si, voy a hablar del aborto y lo
haré desde una perspectiva alejada de justificaciones y explicaciones porque
todas éstas ya las hemos dado, las hemos explicado una y otra vez.
Del
ser mujer y sus significados.-
Todas las mujeres desde pequeñas
somos estructuradas como tales, desde el planteamiento de Simone De Beaovoir: No se nace mujer, se llega a serlo,
en efecto no nacemos mujeres, pero en breve tiempo aprendemos a serlo. Un conjunto muy complejo de relaciones,
de prácticas de vida, de instituciones y de concepciones se articulan para
construir el contenido genérico sobre nuestros cuerpos sexuados. Lo primero que
aprenden las niñas del ser mujer consiste en ser objeto sexual procreador, mientras
que lo que concierne al ser sujeto erótico lo aprendemos de manera tardía y
muchas veces en clandestino porque la cultura no reconoce la sexualidad
femenina, es más se la ha reprimido y castigado históricamente.
Así, la pasividad que caracteriza
esencialmente a la mujer “femenina” es un rasgo que se desarrolla en ella desde
los primeros años, sin embargo sería una falacia pretender que se trata de una circunstancia
biológica, ya que en realidad se trata de un destino que le ha sido impuesto
por sus círculos más cercanos, por su educadores y por la sociedad en su
conjunto.
través de estos discursos
dominantes se ha marcado e impuesto la expropiación histórica de nuestros
cuerpos y nuestros placeres, y con esto se explica la esquizofrenia
conservadora por controlar la sexualidad de las mujeres, por eso gente limitada
y funcional al sistema a la hora de satanizar el aborto osan en hablar de las mujeres y sus “vidas
sexuales caóticas y desordenadas”. Develando así su verdadera preocupación, no
les importa la “vida” de nuevos seres,
les importa el control dominante sobre el cuerpo y el placer femenino. Lo
jodido no es el aborto, lo que les espanta es que la maternidad ya no sea el
fin principal de la sexualidad femenina sino el placer, un placer que puede ser
ejercido con autonomía y responsabilidad.
Del
falso instinto maternal y sus funciones.-
Hablar y analizar la falacia del
instinto maternal implica citar a una de las autoras más importantes de la
teoría y genealogía feminista, Simone de Beavoir. Respecto a la construcción sociocultural de
dicho instinto, la autora plantea:
“La niña imita a su madre, se
identifica con ella, incluso a veces invierte los papeles y le dice: Cuando yo sea
grande y tu pequeña. (....) Entonces la muñeca que le entregan, que es suya, no
es solamente su doble, es también su hija. Se confía a su muñeca, la educa,
afirma su autoridad soberana sobre ella, a veces, le arranca los brazos, la reprende,
es decir a través de ella realiza la experiencia subjetiva y de la alienación”
Y aquí no existe ningún instinto
maternal innato y misterioso ¿Por qué, se preguntan?
"La niña comprueba que el
cuidado de los hijos corresponde a la madre y así se lo enseñan; los relatos
oídos, los libros leídos, toda su pequeña existencia se lo confirma. Se la
estimula a extasiarse ante aquellas riquezas futuras, le dan muñecas para que
ya adopten un aspecto tangible.”
Todas las mujeres hemos tenido
una o más muñecas a nuestro “cuidado”, ahora podemos entender que nuestra "vocación " nos ha sido dictada
impresionantemente.
Por eso afirmo que el instinto maternal es un constructo social y
cultural. Se trata de un mito de un supuesto “instinto materno” que se alimenta
a través de espacios de adoctrinamiento masivo.
El mito del instinto maternal
interviene en el control social de las mujeres, mediante discursos que crean
subjetividades para éstas. Y las representaciones sociales en torno a la
maternidad se las identifica porque están atravesadas por diferentes instituciones
como el Estado, la iglesia, los responsables de salud, los juristas y otros.
Mientras este mito se mantenga
intacto y latente, permanecerá también intocable la subordinación de las
mujeres, a las que se les niega una identidad por fuera de la función materna.
Como lo dijo ya una autora: El
cuerpo de las mujeres es el territorio sobre el cual se ha erigido el
patriarcado, si, y esto se comprueba cada día, en cada espacio y en ciertas
coyunturas como las de hoy, donde el negarse a ser madre sea cual sea el motivo
significa la lapidación social para una mujer.
De
la penalización social de una decisión.-
Alejarse de los mandatos
impuestos, aprender a dudar de las verdades establecidas, ser escépticas con
los mitos ya mencionados y ser constructoras autónomas de nuestras
subjetividades todavía tiene un precio y aunque estamos dispuestas a pagarlo,
lo denunciamos.
A lo largo de estos meses he
identificado que el código penal y el artículo que penaliza con 3 años de
cárcel a la mujer que se practique un aborto sin cumplir las causales
estipuladas no es tan enemigo y no es tan peligroso como la penalización social
que existe en cuanto a los cuerpos de las mujeres se refiere.
Y se preguntarán
a qué tipo de penalización social me refiero, pues a aquella que juzga,
recrimina, y castiga a las mujeres que rompen con los designios “divinos” y
mandados sociales.
Estoy consciente de que la
decisión de abortar resulta inentendible para muchas mujeres porque trastoca
todo el sistema patriarcal en el que hemos sido definidas y formadas. Nosotras
que estamos diseñadas naturalmente para ser madres, es incorrecto y hasta
desnaturalizado que no deseemos circunscribirnos en las faenas maternales
negando nuestros supuestos instintos.
Lo ideal y lo socialmente
aceptado es que toda mujer es una madre en potencia, lo esperado entonces, es
que si ha quedado embarazada, cualquiera sea la situación y su contexto ese
estado de maternidad es natural en ella y además íntimamente deseado (repetido
hasta el cansancio) desde la infancia y lo aceptará tarde o temprano con la
naturalidad, la satisfacción y todo el sacrificio que su feminidad aprendida lo
demande.
Porque como ya lo advertía De
Beauvoir “Es precisamente el hijo el
que, según la tradición, debe garantizar a la mujer una autonomía concreta que
la dispense de abocarse a ningún otro fin (...) el hijo es su alegría y su
justificación. Por él se realiza completamente desde el punto de vista sexual y
social…”
En nuestra sociedad muchas han
cumplido el mandato a cabalidad y hoy son “sacrificadas madres-mujeres” y ahí
no es donde radica el problema, merece análisis sí, pero amerita otro artículo,
quiero hacer énfasis en que el problema y la injustica social es que pretendan
que todas las mujeres cumplamos dicho destino sin desearlo.
Criminalizar nuestra decisión no
evitará que el aborto siga existiendo, llamarnos asesinas no cambiará la
realidad de cientos de mujeres que día a día libran una batalla íntima entre
los dogmas morales aprendidos y los deseos propios para tomar la decisión de
interrumpir definitivamente un embarazo.
Denuncio esta penalización social
que viene de hombres y mujeres porque nadie, únicamente aquella mujer que pasó
por ese suceso en su vida sabe lo que significa o significó ese momento de
decisión. Ese instante íntimo y único en el que decides tu vida y lo que pasará
en tu cuerpo. Por ello, decir “estoy a favor o en contra” con tanta autoridad como
ligereza resulta, una agresión, un atrevimiento y una violencia indescriptible.
Denuncio el fanatismo con el que
pretenden ser jueces y juezas de vidas ajenas ¿Cómo un hombre, un cuerpo
masculino, un otro; o ni aún otra, decidirán sobre mi intimidad?, ¿quién es tan
importante u omnipotente para poner
decisiones, emociones, proyectos de
vida, sueños y frustraciones ajenas en sus manos? Nadie. Porque es un tema de
derechos que involucra el poder, la autoridad para decidir quién tiene derecho
a tener derechos y a qué derechos.
Por eso apuntamos a que es
imprescindible que cada mujer ejerza libremente con toda la información, la
prevención y protección del caso, el más fundamental de sus derechos que es el
de decidir sobre su cuerpo, en diálogo íntimo con ella misma.
De
las cargas morales a lo real.-
Mucho se ha hablado sobre los
argumentos a favor y en contra de la despenalización del aborto, y valga aclarar
al lector y lectora que no existe tal, no se está despenalizando nada, se trata
de aumento de causales que es totalmente distinto. Sin embargo no voy a entrar
a la argumentación explicita porque como lo dije al principio, este no es un
artículo de justificación y de dadiva de permisos para que las mujeres podamos
acceder a abortos libres y seguros, es un artículo que pretende llamar a la
reflexión crítica de las y los ciudadanos para que abandonen mitos, se despojen
de prejuicios y renuncien al papel de jueces que a nadie le corresponde.
Quiero decirles a los ciudadanos que
me leen que el aborto seguirá existiendo aunque no lo quieran ver. Que su
penalización no lo elimina, ni lo reduce, lo clandestiniza y eso trae como
consecuencia que al año mueran aproximadamente 500 mujeres bolivianas.
Quiero decirles a todos los que
representan ese supuesto 80% que se opone a los derechos de las mujeres, que
cargados de moralismos insulsos y particularistas, de discursos misóginos que
nos deslegitiman no aportan nada y que su argumento de que son la “mayoría” no
nos interesa, porque somos conocedoras de que LOS DERECHOS FUNDAMENTALES NO SE
PROTEGEN EN FUNCIÓN DE LO QUE PIENSEN LAS MAYORIAS.
Quiero que mis receptores se
pregunten con honestidad si no conocen a mujeres que en algún momento de su
vida decidieron optar por un aborto. La conocen, ¿verdad? Ahora piensen en ella
o ellas, en su historicidad, en sus luchas, en su vida misma, y pregúntense a
ustedes mismos si esa mujer merece ir a la cárcel.
Del
opresor que no sería tan fuerte si no tuviera cómplices entre los oprimidos.-
Voy finalizar este escrito con
una premisa que me parece pertinente de analizar: ¿Por qué les molesta las
mujeres que desobedecen? Porque les recuerdan que ellas están obedeciendo.
Hago alusión a dicha premisa
porque en esta coyuntura no sólo se ha revelado la doble moral de nuestra
sociedad a la hora de vilipendiar el aborto sino que se han atrevido a
desvalorizar y minimizar la lucha feminista que por supuesto ha estado al
frente de las trincheras en esta disputa. Y lo alarmante es que la misoginia se
ha vestido de mujer para hacerlo.
Desde los insultos más básicos,
hasta artículos vacíos y atiborrados de odio nos han dedicado para deslegitimar
una lucha que no es de ahora, sino histórica.
En su fallido intento de
provocarnos y ridiculizarnos han reflejado que le hacen juego al sistema
patriarcal, sin siquiera cuestionarlo y lo más peligroso, han demostrado
cuán funcionales son a un discurso histórico
que carga siglos de opresión y sometimiento.
Se ha manifestado su enojo y
repudio a que las representemos, compañeras les aclaro que lo que nos ha
enseñado justamente el feminismo es a autorepresentarnos, nosotras no las
representamos en lo absoluto, en todo caso las convocamos a repensarse y
cuestionarse, si así quisieran hacerlo, por supuesto.
A ellas quiero decirles, que
considero que se resisten al feminismo porque es una agonía ser totalmente
consciente de la brutal misoginia que perpetran la cultura y la sociedad en
todas las esferas. Y finalmente necesito precisar: Es cierto que no están
obligadas a ser feministas, el feminismo existe justo para que no se les
obligue a nada.
*Feminista
y Politóloga