miércoles, 15 de agosto de 2018

SOBRE EL 8 DE AGOSTO: LO ÚNICO QUE HEMOS PERDIDO ES EL MIEDO






Por: Anahi Alurralde Molina*

En 1983 el canta autor  Charly García escribía una canción a la que tituló Los dinosaurios van a desaparecer este tema hacía referencia a la cruenta dictadura militar en Argentina. El utiliza la metáfora de los dinosaurios, refiriéndose  a los militares, los compara con los dinosaurios porque que estos eran  monstruosamente poderosos. Dice "Pero los dinosaurios van a desaparecer” hablando del momento en el que acabaría la dictadura,  hace una comparación entre la extinción de los dinosaurios, que en aquel entonces eran los "dueños" del mundo, con la pérdida de poder de los militares y el resurgimiento de una nueva democracia. 

Inicio este escrito anotando este dato histórico porque después de lo que hemos vivido el pasado miércoles 8 de agosto, estoy segura que un nuevo tiempo empezó, que como diría Silvio Rodriguez; la era está pariendo un corazón;  un corazón feminista. Y los dinosaurios: el patriarcado, se va a caer porque lo estamos derribando. 

Días que no olvidaremos, ni olvidarán 

El jueves 14 de junio y el miércoles 8 de agosto de este 2018 fueron jornadas que han marcado un antes y un después en la lucha de las mujeres y ha cambiado el rumbo de la historia. ¿Por qué se preguntarán? Porque en estos días se ha tomado la calle posicionando uno de los temas más controversiales del último siglo, el aborto o interrupción definitiva de un embarazo.  

El país protagonista de estas jornadas es justamente Argentina, del que hablamos en la introducción. El 10 de abril de este año comenzaba el debate sobre la legalización del aborto  en la Cámara de Diputados del Congreso Argentino. Esto fue fruto del esfuerzo continuo del movimiento de mujeres en argentina. El reclamo de distintos grupos de la sociedad civil por legalizar el aborto en ese país tiene casi treinta años de historia, es así que se iniciaba la lucha y meses después,  el 13 de junio empezaba la discusión final, fue una jornada maratónica donde las y los diputados amanecieron expresando sus posiciones, muchas desde el argumento real, otras sólo desde el dogma y misoginia.

Las calles de Buenos Aires amanecieron con carpas y frazadas porque la vigilia fue contundente, allá y en  toda la región estábamos vigilantes vibrando con todas esas mujeres que ocuparon las calles para esperar los resultados. Finalmente en las primeras horas de la mañana del jueves 14 se aprobaba el proyecto que legaliza el aborto, la región se sacudió y lo celebramos en las embajadas argentinas, con abrazos y gestos de esperanza, si ellas avanzaban, estábamos avanzando todas. 

Sin embargo esta era sólo una primera batalla ganada, faltaba la discusión en la Cámara de Senadores programada para agosto, por lo que quedaban más o menos 2 meses más de lucha, e iba a ser más dura, más ácida. Y así fue, la ola conservadora y leal al statu quo arremetió con todas sus armas, pese a esto se llegó al 8 de agosto, (día definido para la discusión en el Senado) con muchísima potencia, porque ahora la fuerza llegaba de aproximadamente 40 países del mundo. 

Si, la campaña iniciada en Argentina que se vistió de color verde recorría el mundo, toda la región se tiñó de verde, el mundo hablaba de lo que iba a pasar en Argentina y llevaban el verde como el color que representaba el apoyo contundente a la aprobación final del proyecto de ley que aprobaba el aborto legal y seguro.

Así fue que el miércoles 8 de agosto en 40 países las mujeres amanecíamos listas para tomar la calle, para hacer de ese día un día nuestro donde gritemos al mundo que no se trata de decir, aborto si o aborto no, aquí el debate es si es legal o es clandestino, un día para hacer  sinergias y posicionar que el aborto existió, existe y existirá y que la clandestinidad nunca ha salvado a nadie, un día en donde cada intervención, plantón, mitin o lo que fuere, denuncie que la mayor violencia estructural contra una mujer es darle a elegir entre ser madre o ir a la cárcel. 

Alemania, Australia, España, México, Irlanda, El Salvador, Guatemala, Italia, Japón, Nicaragua, Costa Rica, Portugal, Perú, Ecuador, Colombia, Estados Unidos, Colombia, Francia , Inglaterra, Uruguay, Suecia, Suiza, Puerto Rico, Paraguay, Austria, Bélgica, Bolivia, y muchos otros países fueron protagonistas en esta jornada histórica. 

En diferentes horarios y con distintas dinámicas las mujeres estuvimos movilizadas simultáneamente, desde Argentina nos llegaban las noticias, las replicábamos en las redes y mediante ellas estábamos conectadas a nivel mundial. Fueron horas de resistencia desde la alegría, porque hablar de la soberanía de nuestros cuerpos ya no significará más hablar desde la culpa o el miedo, por eso las mujeres que vestimos el verde el 8 de agosto estábamos felices porque antes de saber los resultados de Argentina, sentíamos que ya habíamos ganado, que estar ahí tomando las calles hablando de aborto ya era una victoria. 

No se aprobó en el Senado, pero sí en las calles

Después de vivir una jornada intensa en las calles, en las redes y en todos los espacios donde nos atrevimos a posicionar el tema (familia, trabajo, universidad, etc.) el 8 de agosto cuando empezaba a anochecer, la ansiedad recorría la piel de nuestros cuerpos, faltaban algunas horas para la votación final. La conexión mundial continuaba, más intermitente, pero ahí estaba. Ese día el abrazo común fue verde y recorrió fronteras. 

En Argentina llovía, las imágenes hablaban por sí solas, centenares de paraguas de todos los colores cubriendo a mujeres de todas las edades, todas con el pañuelo verde, en el cuello, en el brazo, en la mano, o en la cabeza, pero ahí estaba, ahí se lo visualizaba. Se observaban rostros diversos, cada uno de ellos con un aire de victoria porque sabían que ya habían ganado mucho, que su convocatoria al pañuelazo mundial había sido un éxito y que estaban acuerpadas con la fuerza del internacionalismo feminista. 

En ese momento viendo esas imágenes en medio de la lluvia y la firmeza de las compañeras entendí que la batalla cultural la habían ganado, porque ya se acercaba la media noche y nadie se había movido, y paralelamente en algunos países la vigilia también  continuaba. 

¿Cómo logras esto?  Con trabajo arduo y desde abajo, con educación, con análisis, con debate constante, se logra tomando los espacios más importantes; los colegios, las universidades y todos esos espacios donde día a día transitan y conviven mujeres que guardan historias de vida donde un aborto doloroso forma parte de ellas y al hablar de tema, ellas se te acercan con lágrimas en los ojos y te cuentan que a los 17 años tuvieron un aborto y no se arrepienten, pero que muertas de la culpa nunca pudieron hablarlo con nadie hasta que se empezó a hablar del tema sin reparos. A eso se llama construir sentido común feminista, ese que hace que salgamos de la jaula y entendamos que no tienen derecho a hacernos esto, nadie obliga a abortar, así como nadie puede obligar a nadie a continuar gestando un  embarazo que no desea. 

Finalmente a las 2:00 de la madrugada  del 9 de agosto, el Senado Argentino votaba, el resultado: 31 votos a favor y 38 en contra. Habíamos perdido por 7 votos, las lágrimas no pudieron evitarse, en las afueras del Senado y en cada una de las casas o calles donde recibimos el resultado, lágrimas de impotencia porque estuvimos muy cerca de derrotar el statu quo, ese que mata, pero no se atreven a reconocerlo. 

La lucha se termina cuando se abandona, no cuando se pierde: Aquí nadie se rinde

Pasadas las horas, cuando amaneció, en lugar de cansancio o aire de derrota en nuestros espacios de lucha se sentía satisfacción porque tenemos claro que lo que pasó el 8 de agosto en el mundo, ningún Senado lo borra o lo opaca. Nos sentimos fortalecidas porque hoy sabemos que el aborto nunca más será clandestino para nosotras, porque no sólo luchamos por la despenalización jurídica sino por la despenalización social, esa que  siempre ha sido la más difícil de enfrentar, pero después del 8 de agosto, la afrontaremos con más fuerza, esa fuerza que nos da el acuerpamiento regional y mundial, vamos a enfrentar la injusta criminalización sobre las mujeres que deciden  porque la base política de esta lucha es justamente para que una mujer pueda decidir sobre su vida sin culpas ni disculpas. 

Y si usted lector o lectora, está del otro lado de la trinchera y piensan que hemos perdido, voy a terminar este escrito contándole que si algo se ha perdido el 8 de agosto, es el miedo. Ese que nos ha consumido durante años, ese que limita a decidir, ese que define un destino que no queremos, ese que nos hace ser seres de y para otros. 

Ya no tenemos miedo, porque no sólo somos las nietas de todas las brujas que no pudieron quemar, sino que hoy el fuego es nuestro y ese no nos permite rendirnos. 


*Feminista, Politóloga.