lunes, 11 de mayo de 2020

EL CUARTO PROPIO EN TIEMPOS DE CUARENTENA




 
Artículo de Opinión Publicado en la Plataforma Cronistas Latinoamericanos https://cronistaslatinoamericanos.com/el-cuarto-propio-en-tiempos-de-cuarentena/?fbclid=IwAR1RVcMmMW4qQhrJCV2kleuHbPfyie5z5dkPjjpUjFs7JxxszE7GtgCbdnw


Ser para los demás
solo cuando puedas,
 elegir no serlo
y mientras alternas,
ponerte a bailar.
María Monjas 




Por: Anahi Alurralde Molina­*

Este escrito constará de dos preguntas, una para ustedes mis lectoras/es y otra para mí, ambas las voy a contestar en el transcurrir de este tejido de ideas hechas relato. 

La primera es para ustedes ¿Conocen el significado de la categoría un cuarto propio y de dónde viene?
La segunda es para mí  ¿Por qué hablar del cuarto propio en tiempos de aislamiento obligatorio? 

Quizá muchas/os respondieron la primera pregunta y ya perdieron el interés en este artículo, pero para las/os que no lo hicieron, voy a responder y para esto debo evocar la historia de una escritora Inglesa que se llamaba Virginia Woolf, ella  se atrevió a escribir sobre las injusticias intelectuales, políticas y sexuales contra las mujeres en un tiempo en el que, siquiera pensarlo, era inconcebible.

Entre todas sus obras, una ha marcado la vida de muchas mujeres, entre ellas, la mía, hablo de la novela  Una Habitación Propia. En ella Virginia inicia planteando una pregunta: ¿Qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas? La respuesta la irá plasmando y argumentando a través de la exposición de situaciones diferentes, en ocasiones inventadas o supuestas, finalmente traza la respuesta fundamental: “Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y una habitación propia” haciendo alusión a la independencia económica e intelectual de las mujeres como paso inminente para su autonomía. 

Al pasar de los años, las mujeres de los movimientos feministas, hicieron suyas las reflexiones de Virginia Woolf y empezaron a deliberar sobre la importancia del cuarto propio, su impacto en las batallas  personales que  libran por la condición histórica de género y sus efectos en las luchas colectivas por la toma de espacios en la vida pública. 

Respondida la primera pregunta, voy a responder la segunda que planteé, que es la más importante para la esencia de este escrito. 

¿Por qué hablar del cuarto propio en tiempos de aislamiento obligatorio?

Para responder la primera les hablé de la Woolf, para responder esta debo hablarles de mí, pero no les voy a contar toda la historia de mi vida, (ya habrán otros escritos en los que lo haga), sólo me remontaré a una decisión que tomé hace un año: Empezar a compartir la vida con mi compañero, es decir habitar un espacio juntos y acompañarnos en las cotidianidades del camino. 

Esta decisión conllevó monólogos interminables, y preguntas sin cesar. La que más insomnios generó fue ¿Y ahora dentro de ese espacio en común, cuál va a ser tu espacio? 

Entonces, dentro de las posibilidades materiales procuré construirlo, y a partir del consentimiento de ambas partes, se determinó que esa zona sería mi refugio, sin embargo la hemos ido cimentando juntos porque guarda un poquito de nuestros ajayus e historias. 

En todo este año que ha transcurrido, realmente ha sido mi cuarto propio, donde me refugio  para reencontrarme, para retarme, para crear desde las letras y redescubrir mis pasiones.

Y ahora se estarán preguntando, ¿Por qué hablar de esto justo ahora, cuando la humanidad se encuentra confinada, cuando las preocupaciones están enfocadas en la salud y en los efectos económicos colaterales de la pandemia? 

Pues considero inminente hablar de este tema porque es en estos días de  encierro donde he sentido la urgencia del tiempo para y con una misma, donde me he retado a no romantizar la cuarentena como un tiempo sólo para amar, y estar juntos las 24 horas del día, avasallando la subjetividad del otro con la mía.

Y entre esos sentires y esos retos planteados, decidí profundizar en lo que implica el cuarto propio, teniendo plena conciencia del privilegio de clase que  significa tenerlo, y quiero aprovecharlo para transmitir mis opiniones sobre la importancia del tiempo con una misma en estos días de aislamiento. 

Para esto voy a recurrir a Marcela Lagarde, una antropóloga mexicana constructora de  teoría feminista. Entre toda su producción, tiene un ensayo elemental que se llama La Soledad y  Desolación, en el que define soledad como: “El tiempo, el espacio, el estado donde no hay otros que actúan como intermediarios con nosotras mismas” y explica que la soledad es un espacio necesario para ejercer los derechos autónomos de la persona y para tener experiencias en las que no participan de manera directa otras personas.
Nos han enseñado a tenerle miedo a la soledad y a entenderla de manera negativa, así que quizá les desconcierta que la mencione, pero es preciso hacerlo. 

Vuelvo a Lagarde,  que afirma  “La soledad es un recurso metodológico imprescindible para construir la autonomía. Sin soledad no sólo nos quedaremos en la precocidad sino que no desarrollamos las habilidades del yo. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental”.

Y ahora se preguntarán  ¿Cómo se relacionan estas ideas de Marcela Lagarde  con el cuarto propio, el tiempo con una misma y los días de aislamiento?
Planteo el tema de la soledad porque pienso que para enfrentar el miedo que hemos construido hacia ella, tenemos que reparar nuestra relación con nosotras mismas y para eso necesitamos poner nuestro yo en el centro  para tener experiencias en las que no participen de manera directa otras personas.

Y cuando el miedo a la soledad empieza a irse,  comprendemos  el valor  del cuarto propio y la maravilloso del tiempo con y para una misma.
Hablo de esto para que la cuarentena de encierro no permita que nos  perdamos en los otros, sea la pareja, los hijos/as, los padres o madres, hermanos/as, abuelos/as, etc. 

Que el cuidado desde el amor que sentimos por ellas/os no signifique un abandono de nuestras ideas, de nuestras emociones, de nuestros miedos, de nuestros sueños, de nuestras pasiones y nuestras esperanzas frente a lo que vendrá después de esta lección mundial. 

Sé que no todas tienen un espacio físico determinado para hacer su cuarto propio, pero la esencia de este escrito está concentrada en incitar a que busquen dentro del lugar donde habitan un rinconcito que sea sólo suyo, para refugiarse en él y volver las veces que sean necesarias. 

Regálense tiempo para hacerlo todos los días, aunque sea sólo 5 minutos, ustedes ahí solas, para descansar, para  pensarse, para llorar o  reír hasta que duela el estómago, para escapar de la presencia de los otros,  para escuchar la canción que a nadie le gusta, pero a ustedes si, o simplemente para estar en silencio, pero que sea una cita sólo con ustedes. 

Que el encierro no nos permita perdernos.
Que el encierro nos encuentre convencidas de lo que somos o de lo que queremos ser. 

Finalmente, quiero decirles que he escrito todo esto porque voy descubriendo que escribir, a pesar de todas las negaciones y las imposibilidades de la escritura, es sobre todo, un acto de afirmación.
Gracias por haberme acompañado en este tejido de afirmación de ideas.

*Escritora, Feminista y Politóloga