domingo, 24 de junio de 2018

HOY QUIERO HABLAR DE FRIDA





Texto publicado en el Semanario La Época: http://www.la-epoca.com.bo/index.php?opt=front&mod=detalle&id=6873 


Por: Anahi Alurralde Molina*


Ya hace tiempo que tengo claro que uno de los momentos donde se ejerce uno de los mayores actos de libertad es aquel donde decides  escribir, ese sublime momento dónde eres tú la dueña de la pluma, eres tú la que crea el guión y dirige la obra, la que transforma la trama y puede crear distintos epílogos. Justamente así me siento al empezar este escrito que es fruto de delirantes lecturas, pero sobre todo es producto de la pasión. Si, la pasión porque voy a hablar de Frida Kahlo, y para hablar de ella puedes carecer de todo menos de una visión apasionada de la vida. 


Por qué hablar de Frida


Quizá muchos se pregunten, pero qué más podría decirse de la  mexicana Frida Kahlo, eterno altar al sufrimiento, la de la pintura surrealista, (un total contrasentido), la mujer que vivió en perenne sumisión. Aquella cejeñuda que el capitalismo se ha encargado de folclorizar, de crearle  falsos mitos, de comercializarla, reducirla y banalizarla, por eso hay que hablar de ella, de la Frida de las dualidades, la del diario y las escrituras, la de los autorretratos, la de las ofrendas, la de las cartas amorosas, la del gusto por la naturaleza, la militante de izquierda, la amiga de las buenas causas.


Hay que hablar de Frida porque a 111 años de su natalicio, su memoria merece que la desfolcloricemos, que la desmitifiquemos y la entendamos como la Frida de la que se habla todos los días; en la reunión de amigos, en los círculos feministas y no feministas, a la salida del cine; la Frida puesta en escena, la que inspira la imaginación y la simbología de otros artistas, la Frida que habla de su psique y de su cuerpo, la Frida que enciende el debate, que vivifica las palabras del crítico, de la  biógrafa o la del cronista, aquella que con su historia exalta los corazones de quienes la admiran y la odian.  Por eso quiero hablar de la friducha, sobre todo porque como leí alguna vez “Si se le rasca tantito (qué mejor que con la suficiente agudeza), todas tenemos al menos dos infinitas Fridas en el interior”.


Frida niña pata de palo


Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón, una mezcla hispanomexicana- alemana, la tercera hija del matrimonio Kahlo- Calderón. Su padre Wilhelm Kahlo alemán, en 1872 decide viajar a México buscando otros horizontes, hispanizó su nombre llamándose desde ese momento hasta su muerte Guillermo, su madre Matilde Calderón originaria de Oaxca, fue la mayor de 12 hijos, educada religiosamente  para contraer matrimonio en el plazo deseable  y mantenerlo para siempre. 


¿Por qué Magdalena Carmen Frida? La historia de su nombre tiene una leyenda singular que merece ser contada: Su padre insistió en que debería llevar un nombre alemán, eligió Frieda, que significaba paz, sin embargo el día del bautizo, el cura al escucharlo quedó absorto y sin reflexionar mucho expresó: lo lamento, ese nombre no está en el santoral. Matilde, mujer religiosa devota de la virgen de la soledad quedó horrorizada; los demonios perseguirían a la pobre niña si no la bautizaban, no podría escapar del infierno, era impensable. Hubieron discusiones que finalmente llegaron al acuerdo: aunque con nombres de santos previamente, llevaría el nombre de Frieda, que al traducirlo tiempo después quedaría como Frida. La niña salió de esa iglesia bautizada como Magdalena Carmen Frida, los dos primeros para el bautismo, el tercero para la vida. 


Cuando Frida hablaba de su niñez alguna vez contó que fue maravillosa, sin embargo varios relatos revelan lo contrario, pero no nos concentraremos en eso. Su infancia transcurrió en Coyoacán que en esa época estaba a una hora de la ciudad de México. Recibió mucho amor y empatía de Guillermo, el hombre de su vida en su niñez, quien  siempre supo que ella sería especial, Matilde por su lado nunca entendió la vitalidad descomunal de Frida, nunca fueron amigas, pero se quisieron a su manera. 


A los 7 años le diagnostican poliomielitis después de una caída  en Chapultepec, una de las piernas queda más delgada que la otra, empieza a desarrollar una leve cojera. Los dolores fueron intensos, alguna vez que habló de esto afirmó: “lo que es seguro es que aquel día el dolor entró en mi cuerpo por primera vez”.


Empezaron las burlas, empezó a conocer la crueldad del mundo. En la escuela la llamaban Frida pata de palo. Carlos Fuentes afirmaría: “México tiene una particular y peculiar capacidad para ejercitar la malicia,  ridicularizando al prójimo especialmente al baldado, al imperfecto. (Yo aseguro que Bolivia también la tiene, pero no es el espacio para profundizar en eso).


Este es uno de los acontecimiento que van a constituir la personalidad de Frida, la poliomielitis le exigirá adoptar una estrategia de supervivencia, habría que disimular la cojera llevando unos calcetines muy gruesos para ocultar la delgadez de las piernas y caminar dando saltitos para parecerse a las demás. Esto explicaría también  más adelante las largas faldas. Habría que ser más traviesa, divertida, no temer utilizar palabras groseras, hacer reír, provocar.  Empezaba a darse cuenta de que ella sería especial, que su vida no transcurriría en el equilibrio normal. 


La eufórica adolescencia y la tragedia


A los 15 años, Frida era una adolescente sin duda frágil, pero valiente y voluntariosa, un tanto áspera, con labios sensuales, cejas juntas que remarcan dos ojos profundamente radiantes, cabellera larga y negra que pronto fue sustituida por un corte de melena, sin duda no pasaba inadvertida. En 1922 ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria, en ese tiempo pocas mujeres lo lograban, Frida es una de las treinta y cinco primeras mujeres que estudian ahi entre dos mil estudiantes. Allí se impregnó del renacimiento cultural a través del cual muchos jóvenes de su generación, y muchos intelectuales, filósofos, escritores, músicos y poetas se esforzaron en crear una fisonomía y cultura mexicana.


Frida formó parte del grupo los “cachuchas” denominado así porque  tenían como signo distintivo una gorra peculiar, eran 9, siete chicos y 2 mujeres. La mayoría al llegar a edad adulta serían importantes en el mundo intelectual y universitario mexicano. Los cachuchas reivindicaban un socialismo que quería probarse pasando por el retorno a las fuentes, se cultivaban leyendo de todo: filosofía, literatura, poesía extranjera o hispanoamericana, periódicos y manifiestos contemporáneos. 


Hay que destacar a Alejandro Gómez, uno de los cachuchas, quien fue su refugio afectivo por extensísimo tiempo, si Alejandro fue el primer receptor de las tan mentadas cartas de amor de Kahlo, antes de aquel muralista del que casi no hablaremos. Alex, como ella lo llamaba marcará huellas muy importantes en Frida, será su eterno recuerdo, su añorada evocación, su más dolorosa ausencia. Las secuelas de su infancia se empezarían a reflejar en esta etapa; Frida tenía la necesidad desenfrenada de reconocimiento, una inmensa necesidad de amor. 


Quizá Alex es tan importante en la vida de la friducha porque está con él aquel fatídico 17 de septiembre de 1925, una tarde lluviosa donde ambos  arribaron a un primer coche, Frida se bajó;  olvidó la sombrilla, y se montan en el siguiente, esos autobuses modernos, que son más rápidos y espaciosos que los antiguos tranvías. Minutos después, un trolebús arremete contra el coche que iban los felices novios, amigos y confidentes, el choque es bestial, el autobús queda partido en dos. 


Las consecuencias para Frida: Fractura de la tercera y cuarta vértebras lumbares, tres fracturas de la pelvis, once fracturas en el pie derecho, luxación del codo izquierdo, herida profunda en el abdomen producida por una barra de hierro que penetró por la cadera izquierda y salió por la vagina, desgarrando el labio izquierdo. Gerard de Cortanze afirmaría: Aquella tarde del 17 de septiembre el cuerpo de Frida Khalo se rompió. El alma encontró refugio en el rostro, y una nueva forma de expresarse: la pintura.


Jamás pintó sueños, pintó su propia realidad


La sensación de ser rechazada, abandonada, ignorada, resurgirá. A partir del accidente el dolor, el coraje y la presencia de la muerte formarán temas dominantes en su vida y en su obra. 


Su sueño de estudiar medicina queda atrás, definitivamente todo había cambiado, pero no tardó mucho en re direccionar el camino con las nuevas características que el destino le impuso. 


Vamos a volver a Matilde, la madre fría e inestable, porque es ella que sin saberlo tiene una idea que definió un futuro, le da a Frida la herramienta que le permitió  entender su vida después del accidente. Manda a fabricar encima de su cama una especie de caballete dotado de un sistema que permitía a Frida pintar acostada y con un espejo en el cual se podía ver. 


¿Qué significó esto? Cuando Frida vio su imagen cerró los ojos ya que no podía volverse en la cama para esquivar el reflejo. Así como alguna vez lo hemos nosotras, aunque sea una vez en la vida, evitando un rostro o un cuerpo atormentados por el dolor. En cuanto levantaba los ojos, Frida veía a Frida, espejo implacable, compañero imprudente, había que hallar un modo de convivir con él, y su primer paso fue detener la mirada frente a ella y observarse, surco por surco, los mínimos gestos, aquí nacen los autoretratos que serán parte fundante de su obra. Hoy podemos decir que éstos pueden verse como autobiográficos, para conocer a Frida sin duda hay que analizar esos cuadros donde ella se refleja, se define y cuenta en cada uno un trozo de su vida. Un crítico de arte afirmó: Al contrario de Picasso o Van Goh, ella no escruta su cara y, al no imponerse ningún experimento formal, se muestra y expone un personaje que tiene sentido, que sufre, desafiante, que se enfrenta al espectador y aunque son raras las veces, también se esconde.


Sus decisiones: reinventarse y resistir


La pintura le abre un nuevo mundo a Frida, empieza a reinventarse, conoce un circulo distinto, empieza a militar en el partido comunista, conoce a Tina Modotti, una conocida fotógrafa social revolucionaria, se hacen íntimas y es un su casa donde entabla relación con Diego Rivera,  claro que sus primeros encuentros se dan años atrás en la preparatoria, pero no quiero profundizar en Diego ni en las versiones de su romance, porque este escrito es para hablar de ella.  


Rivera constituyó una parte elemental de su historia, es innegable,  ella misma lo dijo; tuvo dos accidentes en su vida, el primero en el autobús, el segundo fue él y fue el peor. Sin embargo quiero desmitificar ese cuento de que Frida fue la eterna tonta sumisa, efectivamente existió lo que hoy llamamos una dependencia emocional enfermiza que  justificó todo por amor, pero por qué no se habla de las decisiones de autonomía de Frida, como la de ser ella quién haya propuesto el puente en la casa de San Ángel, esa que hoy es conocida como Museo Casa estudio Diego Rivera y Frida Kahlo. Ese puente que para ella simbolizaba la independencia de su cuarto propio, de su tiempo para pintar, para crear. 

Ella tuvo el suficiente discernimiento crítico para decidir que su espacio no era negociable y no lo fue. O por qué nunca se menciona que en los periodos de separación con Diego ella supo mantenerse económicamente y que nunca se humilló, ni mendigó, que cuando estaba separada de Rivera, fue el periodo más fecundo de su vida artística, pintaba desde el dolor si, pero decidía hacerlo y ahí está lo maravilloso, Frida decidía a través de sus obras parirse a sí misma más de una vez. Y con esto no pretendo invisibilizar la miseria de Diego como hombre, en lo absoluto, pero es necesario preguntarse ¿cómo entendió el amor la friducha? después de conocer su historia, sus dolores de infancia, sus avatares en la adolescencia, el dramático accidente que la rompió ¿podemos juzgar su formar de amar? Yo no me atrevo porque he entendido que  todas actuamos  en el amor desde las herramientas emocionales que vamos construyendo, esas que la vida nos da las condiciones de construir, ¿Qué condiciones tuvo Frida? 


Frágil como las alas de una mariposa, ácida como la amargura de la vida


Voy a finalizar este escrito enfatizando en la necesidad de conocer de Frida, de entender su obra para comprender su mundo ese universo colorido, frágil y a la vez de acero que simbolizó para sobrevivir. Hoy quise hablar de ella porque me ha enseñado que después del desequilibrio una sigue soñando, un poco a pesar suyo, una se agarra de un salvavidas, de la salvación imaginaria, una está por ahogarse, pero en la superficie siempre se vislumbrará algo que nos haga resurgir.