lunes, 13 de julio de 2020

CARTA A FRIDA KAHLO




Foto tomada en el evento cultural "Entre ceja y ceja: Un encuentro Íntimo con Frida", La Paz, Bolivia, Agosto 2019. Carta a Frida por Anahi Alurralde Molina. Fotógrafa Nikky Vargas


Por: Anahi Alurralde Molina*

Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderon, hoy quiero invocarte y hablarte para recordarte como devoraste la vida, cómo creaste un universo pictórico cargado  de colores y simbología,  frágil y a la vez de acero, porque ninguna otra mujer en la historia se mostró tan sensoria frente al mundo, el no parar de sentir fue tu mayor gloria y tu mayor desliz a la vez.


Y si ya estás por aquí, escuchándome te preguntarás ¿Por qué te llamo por tu nombre completo? Porque la historia de tus nombres definen las primeras polémicas en tu vida. 


¿Lo recuerdas?


 Tu nombre tiene una leyenda que merece ser contada: Tu padre, Guillermo Khalo insistió en que deberías llevar un nombre alemán, eligió Frieda, que significaba paz, sin embargo el día de tu bautizo, el cura al escucharlo quedó absorto y sin reflexionar mucho expresó: Lo lamento, ese nombre no está en el santoral. Tu madre, Matilde Calderon, mujer religiosa quedó horrorizada; los demonios  te perseguirían si  no te bautizaban, después de una intensa discusión frente a esa pila bautismal,  finalmente llegaron al acuerdo: aunque con nombres de santas previamente, llevarías el nombre de Frieda, que al traducirlo tiempo después quedó como Frida. 

Saliste de esa  iglesia bautizada como Magdalena Carmen Frida, los dos primeros fueron para el bautismo, el tercero fue  para la vida.


Me pregunto en este momento si al evocar la historia de tu nacimiento, volviste a tu niñez, esa que tú te empeñaste por describir como maravillosa, sin embargo, sabemos Frida, que a los 7 años te diagnostican poliomielitis después de una caída  en Chapultepec, una de  tus  piernas queda más delgada que la otra, empiezas a desarrollar una leve cojera. Los dolores fueron intensos, alguna vez que hablaste de esto; contaste: “Lo que es seguro es que aquel día el dolor entró en mi cuerpo por primera vez”. ¿Te recuerdas?


Empezaron las burlas, empezaste a conocer la crueldad del mundo. En la escuela te llamaban Frida pata de palo. Carlos Fuentes, un autor mexicano como tú,  al que tu existencia  inspira;   afirmó alguna vez: “México tiene una particular y peculiar capacidad para ejercitar la malicia,  ridicularizando al prójimo especialmente al baldado, al imperfecto. Yo  te aseguro que Bolivia también la tiene y yo también la he sentido. 


Después de este episodio, empezaste a constituir tu personalidad, la poliomielitis te exigió adoptar una estrategia de supervivencia, habría que disimular la cojera llevando unos calcetines muy gruesos para ocultar la delgadez de las piernas y caminar dando saltitos para parecerte a las demás. Esto explica también  más adelante las largas faldas ¿no?  Aprendiste  que ser más traviesa, divertida, osada y grosera, era la única forma de coexistir siendo diferente en un mundo que odia la abyecta diferencia. 


¿Recuerdas a tu amiga imaginaria? con la que hablabas en el patio de tu casa y le contabas tus tristezas y alegrías, a la que buscabas a través de los espejos y con la que una vez conectada alcanzaste tus primeros niveles de abstracción. Esa fue tu niñez, un vaivén de emociones y de dolores.


Pero hablemos de tu adolescencia, tu etapa sublime...


En 1922 ingresaste a la Escuela Nacional Preparatoria, en ese tiempo pocas mujeres lo lograban, fuiste una de las treinta y cinco primeras mujeres que estudiaron ahí entre dos mil estudiantes. Allí te impregnaste del renacimiento cultural mexicano, fuiste  parte del grupo los “cachuchas”  ¿Te acuerdas? Los llamaban así porque  tenían como signo distintivo una gorra peculiar. Fue ahí que empezaste a  reivindicar el socialismo, empezaste a cultivarte leyendo de todo: filosofía, literatura, poesía extranjera e hispanoamericana, periódicos y manifiestos contemporáneos.


Seguramente estás estremeciéndote recordando esa etapa porque fue en ella en la que aprendiste a amar, ¿te dice algo el nombre de Alejandro Gómez? tu refugio afectivo por mucho tiempo, el  que fue el primer receptor de tus tan mentadas cartas de amor. 


Aquel que compartió y celebró tú  la vitalidad descomunal, con el que estabas el día que cambió todo…

Si Friducha, hablo de la tarde de aquel de 17 de Septiembre de 1925, tarde lluviosa donde   ambos  arribaron a un coche de los modernos para la época, al que un trolebús arremetió brutalmente, el choque fue bestial, el autobús quedó partido en dos.


¿Las consecuencias para ti? 
Por supuesto que las conoces, porque las sentiste una a una: Fractura de la tercera y cuarta vértebras lumbares, tres fracturas de la pelvis, once fracturas en el pie derecho, luxación del codo izquierdo, herida profunda en el abdomen producida por una barra de hierro que penetró por la cadera izquierda y salió por la vagina, desgarrando el labio izquierdo. 


Tu cuerpo se rompió, el alma encontró refugio en el rostro y una nueva forma de expresarse; la pintura.  Y es que sabemos que el cuerpo es el templo del alma, el rostro es el templo del cuerpo y cuando el cuerpo se rompe, el alma no posee más altar que el de un rostro. 


La sensación de ser rechazada, abandonada, ignorada, resurgió, ¿verdad? Después del accidente el dolor, el coraje y la presencia de la muerte formaron temas dominantes en tu vida y en tu obra. 


Tu sueño de estudiar medicina quedó atrás, todo había cambiado, pero no tardaste mucho en re direccionar el camino con las nuevas condiciones que el destino te impuso.


Y aquí debemos volver a tu madre, porque seguro tienes presente que Matilde tuvo la idea que definió un futuro, sin saberlo te dio la herramienta que te permitió  entender tu vida después del accidente. Mandó a fabricar encima de tu cama una especie de caballete dotado de un sistema que te permitía pintar acostada y con un espejo en el cual te podías ver. 


Como me gustaría que me cuentes que significó eso para ti, imagino  que cuando viste tu imagen cerraste los ojos ya que no podías dar vuelta  en la cama para esquivar el reflejo. Así como alguna vez lo hecho yo y otras mujeres más de una vez en la vida, evadir el reflejo para evitar un rostro o un cuerpo atormentados por el dolor.


Sin embargo en este proceso la pintura te abrió un nuevo mundo,  empiezas a reinventarte, conoces un circulo distinto, emprendes la militancia en el partido comunista, conoces a Tina Modotti, una conocida fotógrafa social revolucionaria, se hacen íntimas amigas y cómplices. Y así fue pasando el tiempo y tu sabiduría iba en aumento mientras tu arte maduró y se profundizó.

¿Sabes no? Fuiste  la primera mujer en la historia del arte que ha expresado con franqueza inquebrantable y tranquilamente feroz los hechos particulares que conciernen exclusivamente el ser mujer. Desafiaste  los roles de género, poco a poco ganaste poco a poco, uno de los lugares más importantes en la historia de México y  del mundo del arte.


 Y quizá esta regresión a tu vida, a través de mi ya te ha cansado,

puedo imaginar tu mirada cejeñuda desafiante preguntándote, ¿Qué más dirá?

Te respondo…


Viene la evocación a tus obras y su legado, quiero que sepas  que todas ellas nos dejaron  mensajes sobre la belleza y la amargura de la vida, sobre lo tormentoso del desamor y lo mágico de amar y amarse, sobre la deconstrucción de la que tanto se habla hoy, porque desde el dolor decidiste parirte a ti misma las veces que fueron necesarias mediante cada una de tus obras.  A través de ellas pudimos conocerte, porque ante todo tu obra fue una radiografía de tu alma.


Y puedo asegurar que al mencionar la grandeza de tu legado artístico te remontaste al año 1953.

Con la salud física deteriorada y el alma un poco perforada, después de 31 operaciones, de usar 28 corsés ortopédicos unos de acero y otros de cuero, todos igual de dolorosos, después de todo esto,  definitivamente el combate entre tus ganas por vivir y tu cuerpo lisiado continuó  siendo desigual. 


Entre ese infierno corporal, en abril de ese mismo año llegó una noticia que aplacó cualquier dolor: tu obra por fin se expondría en México, Lola Alvarez, gran amiga tuya organizó una Retrospectiva de tus obras en la Galería de Arte Contemporáneo. Varios biógrafas/os tuyos cuentan que estabas loca de alegría, que estabas omnipresente y renacida. Muestas de ello fue que escribiste a mano las tarjetas de invitaciones, con un texto en forma de poema:

“Estas pinturas las pinté con mis propias manos y esperan en los muros dar placer a mis hermanos”


Tu cuerpo de Judas como tú lo bautizaste, te traicionó otra vez, seguro recuerdas como empeoró tu estado físico antes de la exposición, tajantemente te prohibieron asistir, pero ¿Quién podía darle órdenes tajantes a Frida Kahlo? 


Fuiste y lo hiciste con esa mística tan tuya…

Recostada en una cama con baldaquín, pintada de colores , decorada con esqueletos de papel y provista de un pequeño espejo en el cual no dejabas de mirarte, eso fue lo mágico de ti; nunca dejaste de estar contigo. Esa tarde la felicidad te desbordaba por tus negros profundos, cuentan que hablaste muy poco, casi nada, quizá como muchos dicen, esa tarde te empezabas a despedir de la vida. 


Y la despida se mostró implacable, tiempo después de la exposición tu pierna derecha fue afectada gravemente por la grangena, así  llegó la inevitable y última operación:  la amputación de mitad de la pierna, jamás te recuperaste de ese nuevo estacazo de la vida. 


Bueno, quizá no querías recordar nada de esto, lo hice porque en todo lo relatado se encuentran las maneras en las que honraste tu existencia, a ti no te bastó nacer humanda, Frida, aprendiste a serlo. 


Y ahora te preguntarás ¿Por qué quise hablarte?

Lo hice porque a partir de la historia de tu vida he aprendido a conocerme y descifrarme y en ese proceso he comprendido que tu memoria merece ser desfolcrorizada y que mejor manera de hacerlo que volver a ti, a la Frida de las dualidades, de la que se habla todos los días; en la reunión de amigas, en los círculos feministas y no feministas, la Frida puesta en escena, la que inspira la imaginación y la simbología de otros artistas, la Frida que habla de su pisque y de su cuerpo, la Frida que enciende el debate, la que vivifica las palabras del crítico, de la biógrafa o la del cronista, esa Frida que con su historia exalta las emociones de quienes la admiran y de quienes la odian. 


Por eso quise hablarte, porque tú me enseñaste que todas tenemos dos infinitas Fridas en el interior.

¿Sabes? En realidad para mí no te fuiste, tu legado te mantiene aquí con nosotras, ya lo decías tú: 


Por eso la muerte es tan magnifica porque no existe, porque sólo muere aquel que no vivió, porque sigue viviendo quién después de muerto produce en los que le continúan sensaciones nuevas, anhelos, emociones y deseos”
 

Si, Friducha, tú sigues viviendo porque provocas en muchas mujeres esa emoción de entender, a través de ti, que para crear nuestro paraíso debemos explorar nuestro infierno personal.

*Escritora, feminista y cientista política

miércoles, 8 de julio de 2020

UNA APROXIMACIÓN A LA MASCULINIDAD HEGEMÓNICA EN EL CORTOMETRAJE “EL ORDEN LAS COSAS”




 
Artículo de análisis publicado en la Plataforma Cronistas Latinoamericanos                    https://cronistaslatinoamericanos.com/una-aproximacion-a-la-masculinidad-hegemonica-en-el-cortometraje-el-orden-las-cosas/?fbclid=IwAR2G29Mw_wm_YbXDqNYT5XriEv5PhxShDv3hmSXtjwsETqubc63HzaSB3Z8

Por: Anahi Alurralde Molina*

Hernán, René, Fernando, David. Rememorando a algunos hombres que en el afán de cumplir los mandatos que la masculinidad hegemónica establece han sido víctimas de sí mismos, es que inicio este escrito donde abordaré la temática de la masculinidad hegemónica por medio del análisis de un cortometraje.

El cortometraje que elegí se titula “El orden de las cosas”, es español y se realizó en el año 2010, fue nominado a los Premios Goya al Mejor Cortometraje de Ficción. En él se abordan los componentes de la violencia de género contra las mujeres a partir de metáforas y simbolismos. El componente que analizaré es el de la masculinidad hegemónica como una construcción sociocultural. ¿Por qué elegí hablar de este elemento? Porque considero que en esta producción se grafica claramente cuál es el origen de la masculinidad hegemónica y la línea discursiva que permite su permanencia.
Empezaré realizando una sinopsis breve del cortometraje para contextualizar a las y los lectores al respecto.  

La vida de Julia transcurre en una bañera  desde donde soporta la violencia de Marcos, su esposo, y ve crecer a su hijo Marquitos en silencio. A  través de diferentes metáforas y simbologías se muestra la violencia que se ejerce contra ella, evidenciando que la violencia de género contra las mujeres es un problema social, producto de una sociedad basada en valores patriarcales que forman parte del imaginario social y que se van transmitiendo a través un discurso disciplinario y rígidas prácticas sociales. Esta problemática se ve representada a través del cinturón de Marcos, que simboliza los valores patriarcales y machistas aprehendidos que se materializan en las heridas del cuerpo de Julia.

Aproximaciones de la Masculinidad a partir de R.W. Connell, M. Kimmell y P. Bourdieu

El cinturón de Marcos representa el símbolo de los valores tradicionales que fomentan el poder masculino.  El afán obsesivo de Marcos por guardar su cinturón puede ser entendido a partir de la premisa de que la masculinidad hegemónica encarna siempre una estrategia corrientemente aceptada. La estrategia de Marcos era preservar el cinturón porque sólo con él podía sentirse seguro y demostrar superioridad ante Julia, que paralizada y anulada por el miedo tolera la violencia enmudecida. 

El cinturón fue del abuelo y del padre de Marcos, convirtiéndose en herencia.  A través de este objeto, se fueron reproduciendo discursos y prácticas sociales violentas contra las mujeres de generación en generación. El dividendo patriarcal de todas estas generaciones se da siempre en términos de honor, prestigio y derecho a mandar, es por eso por lo que, cuando los hermanos de Marcos llegan a la casa y presencian que él evita ser violento con Julia, expresan taxativamente: “Pórtate como un hombre por una vez en tu vida”. Evidenciando así que los valores tradicionales violentos son asimilados desde el hogar y se fomentan en un entorno social, específicamente en el entorno de hombres porque la masculinidad necesita ser demostrada a los hombres más que a las mujeres. 

La socióloga R.W. Connell plantea que la hegemonía de la masculinidad se establece sólo si hay alguna correspondencia entre el ideal cultural y el poder institucional colectivo, en este caso el imaginario cultural del ser hombre legitima las relaciones de poder y tradición dentro de la familia de Marcos. Respecto a esto podemos mencionar al autor Michael Kimmel, plantea que el sexismo funciona para los hombres como grupo y no para el hombre como individuo, en ese sentido, se puede considerar que Marcos termina siendo víctima de la presión masculina dentro su familia porque anulan su hombría si ésta no es expresada con violencia. Entonces, se puede decir que los hombres aprenden a “ser hombres” y a mantener su “hombría” con sufrimiento, a través de rituales opresores.

En este sentido, podemos señalar que el origen de la masculinidad hegemónica se encuentra en el hogar, en las prácticas y discursos que dentro de él se naturalizan y se legitiman como correctos, creando así una identidad de lo masculino. Los hombres se apropian de esa identidad que han sido obligados a crear y se aferran en edificarla pulcramente sin permitirse ningún desliz. 

Otro elemento importante que refleja el cortometraje es que la masculinidad no es fija, ni es heredable, Marquitos, el  hijo de Julia y Marcos demuestra esto ¿Por qué? Porque en su infancia ve destruido su avión de juguete por el afán de su padre de encontrar el cinturón, esto va a representar la primera ruptura con la masculinidad que Marcos intenta imponerle, y más adelante, en su vida adulta decide renunciar al “cinturón”. Es decir, renuncia al símbolo de la violencia y opresión, y así transgrede el modelo idealizado de ser hombre aprendido en casa basado en la tradición.
En el epílogo del cortometraje, Marcos le dice a Julia: “debes comprender, que no puedes elegir, las cosas tienen que ser así y siempre lo serán”. Con esto podemos identificar que la línea discursiva que permite la permanencia de la masculinidad hegemónica se sostiene en la idea de tradición,  los hombres naturalizan los hábitos familiares con los que socializan y conciben a éstos como normales e inalterables. 

Con relación a esto, recurro a una reflexión de Pierre Bourdieu: “En la dominación masculina se encuentra la mayor muestra de un tipo de sumisión que se ejerce a través de caminos esencialmente simbólicos, una violencia que continúa siendo invisible para sus víctimas, inclusive en sus momentos más evidentes. Esta invisibilidad de la dominación machista está dada por la habilidad que se ha tenido para la “transformación” de la historia en naturaleza y la arbitrariedad cultural en natural”
En base a todo lo expuesto, quiero cerrar este análisis reconociendo el aporte del cortometraje estudiado, ya que a partir de elementos diferentes obliga a cuestionar y poner en duda los discursos y prácticas naturalizadas e institucionalizadas, e invita a identificar que éstas definen y consolidan asimetrías y desigualdades sociales en desmedro de las mujeres. Asimismo, me parece inminente precisar que, si bien la masculinidad hegemónica resulta opresora para los hombres, considero que son ellos los responsables de identificar esto y de construir los mecanismos para deconstruirse y cimentar masculinidades alternativas.

*Escritora, feminista y cientista política.

lunes, 11 de mayo de 2020

EL CUARTO PROPIO EN TIEMPOS DE CUARENTENA




 
Artículo de Opinión Publicado en la Plataforma Cronistas Latinoamericanos https://cronistaslatinoamericanos.com/el-cuarto-propio-en-tiempos-de-cuarentena/?fbclid=IwAR1RVcMmMW4qQhrJCV2kleuHbPfyie5z5dkPjjpUjFs7JxxszE7GtgCbdnw


Ser para los demás
solo cuando puedas,
 elegir no serlo
y mientras alternas,
ponerte a bailar.
María Monjas 




Por: Anahi Alurralde Molina­*

Este escrito constará de dos preguntas, una para ustedes mis lectoras/es y otra para mí, ambas las voy a contestar en el transcurrir de este tejido de ideas hechas relato. 

La primera es para ustedes ¿Conocen el significado de la categoría un cuarto propio y de dónde viene?
La segunda es para mí  ¿Por qué hablar del cuarto propio en tiempos de aislamiento obligatorio? 

Quizá muchas/os respondieron la primera pregunta y ya perdieron el interés en este artículo, pero para las/os que no lo hicieron, voy a responder y para esto debo evocar la historia de una escritora Inglesa que se llamaba Virginia Woolf, ella  se atrevió a escribir sobre las injusticias intelectuales, políticas y sexuales contra las mujeres en un tiempo en el que, siquiera pensarlo, era inconcebible.

Entre todas sus obras, una ha marcado la vida de muchas mujeres, entre ellas, la mía, hablo de la novela  Una Habitación Propia. En ella Virginia inicia planteando una pregunta: ¿Qué necesitan las mujeres para escribir buenas novelas? La respuesta la irá plasmando y argumentando a través de la exposición de situaciones diferentes, en ocasiones inventadas o supuestas, finalmente traza la respuesta fundamental: “Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y una habitación propia” haciendo alusión a la independencia económica e intelectual de las mujeres como paso inminente para su autonomía. 

Al pasar de los años, las mujeres de los movimientos feministas, hicieron suyas las reflexiones de Virginia Woolf y empezaron a deliberar sobre la importancia del cuarto propio, su impacto en las batallas  personales que  libran por la condición histórica de género y sus efectos en las luchas colectivas por la toma de espacios en la vida pública. 

Respondida la primera pregunta, voy a responder la segunda que planteé, que es la más importante para la esencia de este escrito. 

¿Por qué hablar del cuarto propio en tiempos de aislamiento obligatorio?

Para responder la primera les hablé de la Woolf, para responder esta debo hablarles de mí, pero no les voy a contar toda la historia de mi vida, (ya habrán otros escritos en los que lo haga), sólo me remontaré a una decisión que tomé hace un año: Empezar a compartir la vida con mi compañero, es decir habitar un espacio juntos y acompañarnos en las cotidianidades del camino. 

Esta decisión conllevó monólogos interminables, y preguntas sin cesar. La que más insomnios generó fue ¿Y ahora dentro de ese espacio en común, cuál va a ser tu espacio? 

Entonces, dentro de las posibilidades materiales procuré construirlo, y a partir del consentimiento de ambas partes, se determinó que esa zona sería mi refugio, sin embargo la hemos ido cimentando juntos porque guarda un poquito de nuestros ajayus e historias. 

En todo este año que ha transcurrido, realmente ha sido mi cuarto propio, donde me refugio  para reencontrarme, para retarme, para crear desde las letras y redescubrir mis pasiones.

Y ahora se estarán preguntando, ¿Por qué hablar de esto justo ahora, cuando la humanidad se encuentra confinada, cuando las preocupaciones están enfocadas en la salud y en los efectos económicos colaterales de la pandemia? 

Pues considero inminente hablar de este tema porque es en estos días de  encierro donde he sentido la urgencia del tiempo para y con una misma, donde me he retado a no romantizar la cuarentena como un tiempo sólo para amar, y estar juntos las 24 horas del día, avasallando la subjetividad del otro con la mía.

Y entre esos sentires y esos retos planteados, decidí profundizar en lo que implica el cuarto propio, teniendo plena conciencia del privilegio de clase que  significa tenerlo, y quiero aprovecharlo para transmitir mis opiniones sobre la importancia del tiempo con una misma en estos días de aislamiento. 

Para esto voy a recurrir a Marcela Lagarde, una antropóloga mexicana constructora de  teoría feminista. Entre toda su producción, tiene un ensayo elemental que se llama La Soledad y  Desolación, en el que define soledad como: “El tiempo, el espacio, el estado donde no hay otros que actúan como intermediarios con nosotras mismas” y explica que la soledad es un espacio necesario para ejercer los derechos autónomos de la persona y para tener experiencias en las que no participan de manera directa otras personas.
Nos han enseñado a tenerle miedo a la soledad y a entenderla de manera negativa, así que quizá les desconcierta que la mencione, pero es preciso hacerlo. 

Vuelvo a Lagarde,  que afirma  “La soledad es un recurso metodológico imprescindible para construir la autonomía. Sin soledad no sólo nos quedaremos en la precocidad sino que no desarrollamos las habilidades del yo. Tener momentos temporales de soledad en la vida cotidiana, momentos de aislamiento en relación con otras personas es fundamental”.

Y ahora se preguntarán  ¿Cómo se relacionan estas ideas de Marcela Lagarde  con el cuarto propio, el tiempo con una misma y los días de aislamiento?
Planteo el tema de la soledad porque pienso que para enfrentar el miedo que hemos construido hacia ella, tenemos que reparar nuestra relación con nosotras mismas y para eso necesitamos poner nuestro yo en el centro  para tener experiencias en las que no participen de manera directa otras personas.

Y cuando el miedo a la soledad empieza a irse,  comprendemos  el valor  del cuarto propio y la maravilloso del tiempo con y para una misma.
Hablo de esto para que la cuarentena de encierro no permita que nos  perdamos en los otros, sea la pareja, los hijos/as, los padres o madres, hermanos/as, abuelos/as, etc. 

Que el cuidado desde el amor que sentimos por ellas/os no signifique un abandono de nuestras ideas, de nuestras emociones, de nuestros miedos, de nuestros sueños, de nuestras pasiones y nuestras esperanzas frente a lo que vendrá después de esta lección mundial. 

Sé que no todas tienen un espacio físico determinado para hacer su cuarto propio, pero la esencia de este escrito está concentrada en incitar a que busquen dentro del lugar donde habitan un rinconcito que sea sólo suyo, para refugiarse en él y volver las veces que sean necesarias. 

Regálense tiempo para hacerlo todos los días, aunque sea sólo 5 minutos, ustedes ahí solas, para descansar, para  pensarse, para llorar o  reír hasta que duela el estómago, para escapar de la presencia de los otros,  para escuchar la canción que a nadie le gusta, pero a ustedes si, o simplemente para estar en silencio, pero que sea una cita sólo con ustedes. 

Que el encierro no nos permita perdernos.
Que el encierro nos encuentre convencidas de lo que somos o de lo que queremos ser. 

Finalmente, quiero decirles que he escrito todo esto porque voy descubriendo que escribir, a pesar de todas las negaciones y las imposibilidades de la escritura, es sobre todo, un acto de afirmación.
Gracias por haberme acompañado en este tejido de afirmación de ideas.

*Escritora, Feminista y Politóloga