Por: Anahí Alurralde Molina*
Muchas de las que están empezando a leer estas líneas quizá ya sepan por el título de este artículo cuál es el tema del que voy a hablar, sin embargo es muy probable que muchas otras u otros desconozcan sobre esta historia que nos ha golpeado a todas. Justamente para ellas o ellos va este escrito, porque si algo nos ha enseñado el feminismo es que lo que no se nombra no existe. Por eso nombramos y denunciamos cómo la pedagogía de la crueldad se escribe en los cuerpos de las mujeres y cómo el concepto de violencia expresa la experiencia masculina, no la nuestra.
“Tu puta noche de locura fue mi destrucción”
Era 7 de julio de 2016, en Pamplona, España se
celebraba la fiesta de San Fermín, una experiencia taurina que se remonta a la
Edad Media.
Ella iba camino a casa, estaba cansada, se sentó en
un banco, habla con uno de ellos, se acercan cuatro más, estaba incómoda, quería irse; no la
dejan. Empieza a caminar, estaba oscuro, la rodean, la arrinconan en un
callejón, le quitan la ropa, se quitan la ropa y la ponen a cuatro patas. Le
ponen sus penes en la boca, otros la penetran, eyaculan dentro suyo sin
preservativo, la siguen penetrando, por delante, por detrás, por todo lado. Se
ríen, sacan fotos, graban toda la escena. Se regocijan y se van.
Eso no fue suficiente, claro que no, necesitaban
más. Inmortalizaron su “hazaña”,
contándola en su grupo de whatsapp con frases
como “Follando a una entre los cinco” Hay video, vaya pasada de viaje,
noche de locura”
Resulta que su puta noche de locura fue la destrucción
de ella, su follando a una entre cinco significaba destruir a una entre cinco.
Eran 5 hombres entre 25 y 30 años, ella tenía 18;
estaba sola.
Ella tuvo que probar haber sido violentada
sexualmente durante casi dos años, a ellos durante todo el proceso los trataron
sólo de “presuntos violadores”.
A ella la juzgaron por no haber presentado
“resistencia” ante los 5 varones, a ellos los eximieron de culpa porque con su
silencio y su indefensión ella estaba “consintiendo” lo que le estaban
haciendo.
A ella la juzgaron por seguir su vida normal y no
reflejar las “secuelas psicológicas” en sus redes sociales y eso valió como
prueba en el juicio. Los videos que ellos filmaron, nunca fueron pruebas
suficientes.
Hace unos días se dictó la sentencia final y resulta
que no hubo violación, que sólo se cometió un abuso.
Los 5 de la manada, como llaman a su cofradía
masculina, permanecerán sólo 9 años en la cárcel, después de este tiempo,
estarán libres y listos para un nuevo San Fermín.
A ella y a todas nosotras ¿cuánto tiempo nos llevará
recuperarnos de este golpe contra nuestra dignidad? Y dentro de 9 años ¿Dónde
estará ella? ¿Dónde estaremos?
¿Cuál es el mensaje de la justicia con esta
sentencia?
Para tratar de entender lo que pasó con el caso de
San Fermín ya descrito voy a recurrir a la antropóloga Rita Segato quien
explicó la pedagogía de la crueldad como un concepto que desarrolló al analizar
el abordaje mediático de las problemáticas de género, mediante el cual “el
público es enseñado a no tener empatía con la víctima, que es revictimizada con
la banalidad y la espectacularización con que se la trata en los medios”.
La autora explica que en los crímenes de género,
específicamente en los perpetrados
contra las mujeresexiste una incitación, es tal la espectacularización de estos
crímenes que parece algo de farándula, algo de mera distracción.
Es decir, vamos a entender a la pedagogía de la
crueldad como eso que se enseña a partir de discursos, de opiniones mediáticas
incrustadas en el diario vivir, en la tele, en la radio, en los medios, en el
trabajo, en los colegios y en la familia.
La consecuencia de esta pedagogía de la
crueldad es la pérdida de la empatía de
la gente. El público, es decir la sociedad
es enseñado a no tener empatía con las víctimas. Esta pedagogía se trata en sí, de cómo se le
enseña a la gente a tener cierto tipo de sensibilidad o de insensibilidad. Y
detrás de todas estas prácticas de enseñanza están los imaginarios misóginos
contra las mujeres.
Esto tiene mucha relación con todo lo sucedido en el
juicio contra la manada de San Fermín, y contra todos los crímenes
psicológicos, físicos y sexuales que se escriben en los cuerpos y en las vidas
de las mujeres en todas partes del mundo.
Hay una pedagogía de la tradición, de la crueldad que
ha enseñado que las mujeres debemos aprender a no ser violadas, y a los hombres
que poseer el cuerpo femenino es un acto al que tienen derecho persé.
La justicia española nos ha dicho a todas que las
mujeres tenemos dos opciones cuando enfrentamos una agresión y violación sexual
y cada una de nosotras tenemos que tenerla clarito el mensaje:
Si te resistes y te
arriesgas a que te maten, puede que te vayan a creer después de muerta,
o por otro lado, si no te resistes a uno o más tipos que te doblan el tamaño y
la fuerza no te están violando, es más lo estás consintiendo. Es decir, que a
una mujer la tienen que matar para que crean que fue una violación, ya
entienden cómo funciona esto, no?hasta que no te maten no te van a creer. Si,
así de duro, pero así de real.
Pasó hace días en España, pasa en otros lugares de
Europa, pasa en México, pasa en Guatemala,
Argentina, en Ecuador, Perú, Colombia, Venezuela, pasa aquí en Bolivia.
96 segundos de un ritual de masculinidad nos puede
destrozar la vida.-
Uno de los videos que filmaron los violadores de San
Fermín, duraba 96 segundos, en menos de tres minutos pudieron celebrar su
ritual de masculinidad, ese que necesitan para mostrar su vigor porque hay que
entender que las violaciones son medios de expresión, expresan potencia, la
expresan ante la víctima, pero sobre todo la expresan frente a los pares porque
el mandato de masculinidad obliga al hombre a comprobar, a fanfarronear y mostrar a los otros hombres para que lo titulen
como alguien digno de esta posición masculina: necesita demostrar y hacer
alarde de su potencia.
Por eso no es casual que se hayan filmado, que hayan
sacado fotos y que hayan contado todo esto orgullo y el pecho firme.
La profanación colectiva de los cuerpos de las
mujeres es una de sus armas. La manada
se ha especializado en el discurso de la crueldad, en imponer su voluntad por
eso espectacularizaron su soberanía
jurisdiccional sobre ella. Este crimen no está referido a la interpersonalidad,
no se perpetró como respuesta a un deseo, sino para afirmase como parte de la
cofradía de machos a la que anhelan nunca dejar de pertenecer.
Y así fue, su afirmación como machos potentes nos ha
costado la dignidad a todas.
Y dentro de 9 años ¿qué?
La manada como se hacen llamar los violadores de los
que hemos hablado, en 9 años gozará de
libertad, estarán diseminados por varias ciudades de España, o quizá
aglutinados en una sola.
¿Cómo saldrán? – me pregunto después de ese jueves
donde todas nos enteramos de la pusilánime sentencia, ¿En 9 años alguno de
ellos habrá tomado conciencia de que lo que cometieron fue una violación y no
un abuso?
Puedo asegurar que no, al contrario, por eso me
planteo otras preguntas:
¿Saldrán con la necesidad imperiosa de nuevos
rituales de masculinidad? ¿Se organizarán para los próximos San Fermínes?
Y ella, ¿dónde y cómo estará ella?, ¿cómo estaremos
nosotras? ¿Bastarán 9 años para reconstruir su vida, bastarán esos años
para recuperar nuestra dignidad?
¿Seguiremos viviendo con miedo o habremos logrado construir nuestra manada?
Si- me respondo- Eso es lo que tenemos que hacer, la
respuesta del cómo la tenemos que construir debemos trabajarla entre todas,
todas las que hemos sentido en la propia piel este golpe, esta humillación.
La impunidad en la que han dejado el crimen de la
manada nos ha recordado a todas que el
mundo en el que vivimos las mujeres, no es el mundo, es una parte
administrada de él, y claro la administran los hombres.
*Feminista
y Politóloga.