martes, 28 de marzo de 2017

SEGUIR VIVAS ES NUESTRA REVOLUCIÓN




Por: Anahi Alurralde Molina

Era viernes y llovía, el ruido estruendoso  de la caldera  no permitía que Ximena y Camila se escuchen claramente.

Habían decidido regalarse todo la tarde y noche sólo para ellas porque fueron muchos meses de distancias involuntarias.

-     ¿Y cómo va el activismo y esas odiseas? – pregunta Camila, mientras retira la caldera de la hornilla.         
         
 -¿Odiseas?  Responde un tanto azorada Ximena,  mientras pone la mesa  
            
 -Y bueno, al final tienes razón, en un país indolente ante las violencias, luchar es toda una odisea.

Ximena y Camila son amigas de colegio, se conocen ya 25 años. Han crecido de la mano, juntas han aprendido lo ácido y dulce de la vida.

Se han conocido y reconocido más de una vez. Después de tantos años de experiencias compartidas, ambas conocen las debilidades y fortalezas, una de la otra. Y una de las fortalezas de su  amistad es la diferencia, si, Ximena y Camila siempre fueron muy distintas.

Una siempre arraigada a las tradiciones, mientras que la otra siempre escapaba de ellas.

Una de ellas con el sueño de formar una familia para ser feliz, la otra inventando nuevas formas de ser y estar en el mundo. En realidad en esas diferencias se ha basado la razón de ser de sus afectos.
Ya estaba todo listo, se sientan y se disponen a empezar una charla de esas con vaivenes y pausas necesarias. Camila, mientras sirve su café, inicia:

 -Sé que no te gustará, hermana pero yo a veces ya no entiendo para qué tanto bochinche si  mucha ya pensamos que la igualdad existe y que si comparamos con décadas pasadas, ahora nosotras somos privilegiadas.

Ximena, mientras da el primer bocado a su tan esperada torta de chocolate, mira a Camila y piensa muy bien lo que va a decir

- ¡Ay hermana!  Hablar de la igualdad puede llevarnos horas y horas, pero sabes que tengo claro? Que la igualdad hoy es una consigna insuficiente.

        - ¿Por qué? arremete, Camila

- Porque nos siguen matando sólo por ser mujeres, Cami

El tono de voz de Ximena intimida un poco a su compañera y se siente un silencio molestoso. No es la primera vez que abordan estos temas, ya están acostumbradas a esos silencios y Camila ya sabe cómo  interrumpirlos.

-Que deliciosa está la  torta que te compre, no? Yo sé que deliras por lo dulce, específicamente por el chocolate, dice entusiasta Camila.

Ximena se sonríe pícaramente  y responde: 

- ¡Verdad, hermana! Sólo tú conoces a cabalidad estos vicios míos. Está deliciosa.

Camila siente ansia de seguir hablando del tema que quedó pendiente, porque ese viernes siente que ha dejado de entender lo que implica el ser mujer. Quiere hablar, necesita hacerlo. Entonces retoma:

- He escuchado que en lo que va del año han muerto como 20 mujeres aproximadamente, no? Yo no    entiendo tanta violencia.

Ximena contesta inmediatamente:

-No se murieron, a esas mujeres las han matado. Hombres que un día dijeron amarlas fueron los que acaban con su vida, con sus sueños, con su historia.

 -Claro, yo sé . Ya hemos hablado de este tema, es feminicidio no?, responde Camila, mientras se dispone a servir su segunda taza de café y después continúa:

 - Y por qué creen que pasa todo eso, hermana. Por qué la crueldad y el ensañamiento con   esas mujeres?

Ximena respira hondo antes de responder, inhala, exhala y lanza la respuesta contundente:

-El ensañamiento es con todas, Cami. Es la respuesta violenta de un sistema ante la mínima señal de autonomía de las mujeres. Las víctimas fueron ellas, pero el mensaje es para todas.

Camila no puede evitar los gestos de susto en su cara y con una voz quebrantada, responde:
- ¡Ay! Así como lo dices, hasta da miedo ser mujer.

Empieza a anochecer y deciden trasladarse al escritorio de Ximena, cogen las tazas, los platillos con toda la repostería que aún sobra y emprenden el traslado.

Ese escritorio se ha convertido en el espacio de creación y de complicidad consigo misma para Ximena, en él se encuentra gran parte de su historia.

- ¿Nuevos cuadros y fotos actuales, no?  exclama, Camila con sorpresa y mucho agrado.
Ximena mientras acomoda las cosas del té en su mesa redonda de madera, responde:

-Si, si he renovado muchas cosas, ya sabes, para mi toda renovación del escritorio simboliza una renovación interna. En esas he estado en el último tiempo.

-La última de sus acciones fue para el día internacional de la mujer, no? pregunta Camila después de haberse acomodado en el sofá junto a su taza de café.

Ximena mientras corta un pedazo más de torta y se acomoda en el piso como acostumbra, responde:
-Si hermana, fue una movida internacional, como 60 países organizados por la rabia hicimos fuerza. Ha sido histórico, después de muchos años el 8 de marzo que no sólo es el día de la mujer, sino de la mujer trabajadora, ha demostrado la potencia de las mujeres organizadas.

-Si, si vi en noticias y en las redes sociales cundían las fotos y comunicados. Entonces las cosas no están tan mal, no? Todas las mujeres a nivel internacional salieron a las calles sin problemas.

De la sonrisa que mostraba el rostro de Ximena al recordar las acciones del 8 de marzo, de repente el rostro se apaga y luce sombrío. Y con un tono de voz apagado, contesta:

 -Cami, sabes que pasó  ese mismo 8 de marzo en Guatemala?

- No, no supe nada. Acciones diferentes? O qué pasó, responde sorprendida Camila.

- Ese miércoles 8 de marzo, mientras en muchos países se entonaba “Somos las nietas de las brujas que no lograron quemar” En Guatemala, si pudieron quemar a 42 niñas, ellas no gozarán de nietas que entonen lo mismo que nosotras pudimos cantar ese día. Esas niñas, Cami, se organizaron  para  denunciar malos tratos,  falta de comida, abusos, violaciones sexuales, intentos de suicidio, e indiferencia de la sociedad ante un albergue abandonado por el Estado  y plagado de miseria humana de sus funcionarios.  

¿Cuál fue el precio  que pagaron por organizarse y denunciar? Morir calcinadas. Ese fue el precio de reclamar que querían soñar  en libertad como las demás niñas en el mundo.

Camila  deja la taza de café en la mesa y mira al piso, desconoce que se dice ante estos casos. ¿Qué se puede decir ante semejante brutalidad?  ¿Preguntar más detalles? No, definitivamente no, se dice Camila a sí misma. Y con voz tibia expresa:

-Me has dejado atónita. No sé qué  responder, momentos atrás te decía que al escucharte hasta me daba miedo ser mujer. Ahora lo confirmo, creo que nacer mujer significa resistir.

Con esa última frase, Ximena recuerda los feminicidios a diario, recuerda a Fabiola, a Ely, a María Isabel, y muchas más que hoy ya no están. Recuerda a la niña de 11 años que fue violada por su cuñado en Santa cruz y que hace días tuvo que parir un bebé producto de esa crueldad cometida sobre su cuerpecito.  También se le viene a la mente la joven alteña, que denunció por acoso sexual a un diplomático de la Embajada de Panamá,” hasta llegó a tocarme partes del cuerpo”, declaró la víctima. Así literal lo recuerda.Intenta no rememorar nada más, emocionalmente le pega muy duro a Ximena, porque es muy denso el historial de todos los tipos de violencia que se ejercen contra las mujeres a diario.

Después de que el nudo en la garganta pasará, contesta:

- Por eso hemos decidido que luchar debe ser nuestro verbo.

Camila opta por cambiar de tema, a ese que le ha hecho mucho ruido, los últimos días.

-Oye hermana, y respecto a ese tema que ha desatado tanto debate, lo del aborto, sé tu posición, pero que emociones te ha generado, porque en lo que me concierne he sentido de todo.

-¡Uy hermana! Ese tema que tantas cosas ha puesto sobre la mesa. Ya van más de 15 días donde se siente que han vuelto los aparatos de tortura empleados por la Iglesia Católica durante la Santa Inquisición, pero ahora más modernos y disfrazados de “libertad de expresión” En ese entonces lograron imponer la persecución a saberes distintos  y sobre todo a las mujeres a través del miedo, ahora desinforman, alientan al odio y sobre todo nos satanizan por decidir sobre nuestros cuerpos.  Increíble, pero cierto.

Con un tono amigable pero bastante firme, Camila interrumpe:


- Xime, no olvides que estás hablando con una católica, ojo con eso, pues! ,

-Obvio que no lo olvido, hermana. Si fuera así hubiera sido más ácida, responde Ximena con una mirada pícara y con un tono bastante tranquilo. Y continúa:

-A ver, dame vos tu opinión como católica y buena hija de la Iglesia que eres.

-Yo soy católica, pero no anti derechos, hermana.  Es muy distinto. Yo no sé de un dios que castigue y juzgue.

Ximena a modo de estirar un poco las piernas y los brazos, responde:

-Ojalá todas pensaran como tú. ¿Sabes qué es lo que enoja? Que hablen sin propiedad. Están vociferando “No a la despenalización, si a la vida” Cuando aquí no  se está despenalizando nada.  Hablan de la Ley del Aborto, y no es así, no hay ninguna ley, se trata de un artículo del código penal que amplía las causales para acceder a una interrupción del embarazo.

Camila no puede evitar interrumpir:

- ¿Sabes? A mí como católica me molesta que hablen en nombre de todos. Yo puedo tener muchas creencias y ser muy arraigada a ellas, pero eso no significa que en base a éstas sea intransigente con los derechos de los demás.

- Claro, hermana. Y sabes que es lo peor? Que los juicios más cruentos vienen de mujeres.

-  Ahí se aplica lo que me has enseñado, no? la enemistad y competencia entre las mujeres es el primer triunfo del patriarcado, replica Camila  

- Exacto. Es una verdad que toca enfrentar y trabajar, sobre todo en una misma y no es tarea fácil, pero la coherencia debe ser permanente.

Camila nunca ha creído en la solidaridad, o sorodidad como diría Ximena, entre las mujeres, pero ya han sido varias ocasiones en las que ha comprobado que si puede existir-
Ahora vuelve al núcleo del tema:

-  Bueno, pero más allá de creencias y moral, el tema tiene que ver exclusivamente con salud pública, no? 

- El tema tiene que ver principalmente con el derecho a decidir de las mujeres, Cami. ¿Por qué seguir criminalizando nuestro derecho a decir sí o no a la maternidad? , pregunta Ximena.

Camila se concentra y después de pensarlo muy bien, afirma:

- Es que si no podemos ser madres, somos unas estériles inútiles, si lo somos y nos equivocamos, qué malas madres, y si decidimos interrumpir un embarazo, somos asesinas.

¡Vaya juicios que nos tocan¡

Ximena sorprendida, se levanta y mientras empieza a recoger todo, responde:

- Esa respuesta si me sorprende, pero me gusta. ¿Se debe a algo en específico?

-   No, bueno si, responde Camila. – La maternidad hegemónica me está absorbiendo la vida, eso es lo que pasa.

Camila también se levanta y ambas se dirigen a la cocina. Dejan todo en el mesón y Ximena con un tono convencidísimo, se dirige a su compañera:

- Tengo un licorcito por ahí guardado, ¿quieres contarme sobre esa maternidad hegemónica que te absorbe mientras lo tomamos?

 - Es tentadora tu propuesta, hermana. Acepto con todas la de la ley, responde sonriente Camila.

Ese viernes, no fue un día más, ese viernes ambas habían aprendido una vez más, una de la otra.
Camila había entendido que no basta pregonar la igualdad mientras maten mujeres cada 3 días, mientras sigan violando, matando y quemando niñas con permiso del Estado. Definitivamente, no basta.

Ximena comprendió la imperiosa necesidad de la empatía, y quizá entendió que las generalizaciones deben ser repensadas.

Ambas ya en la sala, se acomodan y  antes de continuar con ese  viernes que se regalaron, se miran con el mismo cariño de siempre, una de ellas levanta  la primera copa  y brinda:

- Salud, hermana porque estamos vivas pero no sabemos hasta cuándo.

Con una sonrisa profunda, Ximena reposo  


- Es el brindis más feliz que haré de mucho tiempo. Salud, hermana. Porque seguir vivas es nuestra revolución.







miércoles, 15 de marzo de 2017

MAMÁ:YO ABORTÉ Y NO SOY UNA ASESINA








Por: Anahi Alurralde Molina

Hoy al volver de la Universidad escuché susurros en la calle, en las tiendas, en los autos y en el barrio.

¡Asesinas¡ es la palabra que resalta entre tanto cuchicheo, como si pronunciarla les produciría algo de placer.
¿A quién habrán matado? ¿Por qué lo habrán hecho?  ¿Cuándo habrá sucedido? Esas y más preguntas me hice en silencio.

Cuando finalmente llegué a casa y vi los noticias entendí que una de esas “asesinas “era yo.
Si mamá, según toda esa gente, la iglesia y los médicos yo también sería una de ellas.

Y ante esta coyuntura que acontece,  hoy decido escribirte esta carta para contarte una historia de una etapa de mi vida.

El primer año de Universidad justo después de cumplir 19 cuando empezaba a aprender que no hay caminos trazados sino que al andar se hace el camino, ese año conocí a Emilio, te acuerdas de él, verdad?

Fue ese amor intenso e intermitente de  juventud, sin embargo nunca nos alejamos de la realidad.  
Entre tanto amor, tanta ternura, tanta pasión y osadía, un día decidimos amarnos también con el cuerpo, esto después de hablar mucho sobre los sentires sin olvidar lo racional.

Y ambos consensuamos ser responsables. Nos cuidamos, Mamá. Te prometo que lo hicimos.

Sin embargo, lo inesperado pasó. El condón se había roto y se quedó dentro de mí.
Ambos nos quedamos perplejos y sólo resolvimos abrazarnos fuerte y tiritar juntos.
Y si, ya sé, lo que debes estar pensando. ¿Ante eso, no hicieron nada?   

Claro que hicimos algo,  al día siguiente compramos la pastilla del día después. La tomé lo más temprano posible y me percaté de comprarla en una farmacia confiable.

Emilio y yo no volvimos nunca más a las habituales tardes de estudio, besos y comilona. No ya no, eso ya no era posible porque ahora todas nuestras tardes estaban cubiertas de ansiedad.

Nunca pensé que esperaría con tanta ansia y desesperación que llegarán esos días rojos, como le acostumbro llamar, recuerdas? Muchas veces nos reímos juntas por esa expresión.
La espera fue en vano porque nunca llegaron. A las 4 semanas Emilio y yo fuimos a un laboratorio de  pruebas de embarazo. A los 15 minutos, la enferma me anunciaba: Mijita, usted está embarazada.

Al salir de ahí llovía, era un jueves gris, corría el mes de febrero y el  cielo estaba  tan pesado como la noticia que yo acababa de recibir.

Sabes,  pensé en ti, sentí miedo, dudas y entre tanto sentir resolví  no contarte nada. ¿Cómo anunciarte algo así? No, definitivamente no lo haría, no por vergüenza o cobardía sino porque  sabía que me correspondía a mi resolver esto.

Y ahí fue que lo decidí. Yo no quería ser madre.
Después de algunos días de peregrinaje, dudas, desasosiegos y de noches sin dormir, finalmente el día llegó.

Fue un sábado por la mañana del 2012, hoy después de tantos años recién me animo a hablarlo contigo porque el escribirte sé que es una forma de hablarte y de que me escuches.

Te conozco, sé que te preguntarás ¿Por qué me lo cuenta ahora?
Lo hago porque ante tanta lapidación contra las mujeres que en algún momento hemos tomado esta decisión, hoy quiero hablar, quiero contar mi historia y que sirva de algo. Sin embargo, no es fácil, la sociedad en su conjunto no te lo permite porque hay de por medio una barrera cargada de odio, prejuicios y falsas morales. Por eso, quise primero escribirte a ti y al hacerlo revestirme de valentía, esa misma que aprendí de ti.

Porque para hacer lo que hice, tuve que ser valiente, Mamá.
Valiente para reconocer que no quería ser madre.
Valiente porque sabía que la decisión que tomé podía costarme la vida.
Valiente porque contra todo augurio moralista o católico, jamás me sentí culpable, ni al decidirlo, ni al hacerlo.

Sabes? Entre tanto cuchicheo que escuché hoy, además de asesinas usaban otro sinfín de adjetivos  uno más petulante que el otro. Y yo me pregunto, ¿toda esa gente sabrán las horas de silencio que tuve que pasar para tomar esa decisión tan sabia?

Y si Mamá, digo sabia porque la pensé, la analicé una y mil veces y como tú me enseñaste que el auto cuidado es el primer  acto de amor propio, eso hice, me cuide y tomé partido por mi vida. Y no me arrepiento.

No maté nadie, salvé mis sueños y hoy sigo luchando por ellos.
No fui egoísta con nadie, supe decirme sí a mí misma.
No cargo en la conciencia la culpa de nada, sólo llevo conmigo mis alegrías y mis aciertos.

Todo esto lo afirmo con firmeza y tranquilidad, porque no siento ninguna deuda conmigo, y quizá la única asignatura pendiente en este tema era contártelo a ti. Y hoy ya la estoy resolviendo.

Sé que han pasado muchos años, sin embargo estoy segura que esta catarsis era necesaria contigo, porque quiero que lo sepas y que consideres por ti misma si yo o cualquier mujer que decide por su vida merecen ir a la cárcel y ser sometidas a tan bajo y burdo juicio social.

Y ahora mi despido, sé que cuando termines de leer esta carta, esta noche iras lentamente a mi cuarto y tendremos una larga y profunda charla y  tal vez lloremos, no de pena ni de arrepentimiento, para nada, sino quizá de la conmoción de recordar juntas esos 27 de mayo donde  yo  preguntaba: ¿Mamá que te gustaría por el día de la Madre? Y tú muy firme me decías: que tú puedas elegir libremente serlo o no. Al final si elegí libremente, Mami.
Y sé que haberlo hecho no me hace una asesina. No mate a nadie, me salvé a mí misma y no me lamento.

Tu hija.

(Todas las hijas que hasta hoy no se animan a hablar y decir, yo también lo hice y no me arrepiento)













domingo, 5 de marzo de 2017

Ni Una Menos Bolivia


Por: Anahi Alurralde Molina

Bueno, ante tan ardiente “debate” y tantos encuentros y desencuentros verbales sobre el #NiUnaMenos , voy a expresar mi opinión.

Ojo! Opinión como ANAHI ALURRALDE MOLINA. Feminista, titulada de la UMSA, Miembra de Colectivas y organizaciones Feministas, etc, etc, ( podría adjuntar mi hoja de vida)

Ah! Y lo más importante: No me debo al Estado, ni a una Ong, ni a ninguna institución u empresa porque soy una ciudanada más sin empleo oficial.

Hago estas puntualizaciones porque se siente cómo el termómetro feminista está a flor de piel.

A ver, hay muchas ideas dando vueltas en la cabeza y muchas otras sensaciones en el hígado, y aunque repetidas veces me recomendaron no escribir en un estado así, aquí estoy como siempre desobedeciendo.
El grupo de NiUnaMeNOs Bolivia que se creó a mediados de Agosto, hoy, 3 meses después, es un laboratorio en estado natural para hacer innumerables  análisis, desde los más profundos hasta los más incipientes.

Sin embargo voy a hablar sobre este famoso Slogan tan ruidoso que vengo leyendo ya semana tras semana: Por un #NiUnaMenos independiente del Estado, de la oposición patronal, ONGs e Iglesias.
A quién pertenece? Al colectivo Pan y Rosas que en menos de un mes, han publicado alrededor de 5 comunicados, todos bajo una misma línea: crítica agresiva e infundada.

El  27 de Octubre escribían: Por un #NiUnaMenos independiente del Estado, de la oposición patronal, ONGs e Iglesias convocando a una marcha el 24 de noviembre.

Argumentando que el Movimiento Ni una Menos ha sido cooptado por oficialistas, por opositoras serviciales: “No nos sentimos en la obligación ni en el deber de participar en una marcha auspiciada por estas ONG’s y el gobierno masista” …

Me pregunto: Habían asistido alguna vez a una de las reuniones del Movimiento? Porque sólo así tendrían el derecho de opinar sobre quiénes son las que han dado el cuerpo en este tiempo.

Pero bueno, sigamos, porque ellas  continuaron así:
El 28 de Octubre vuelven al escritorio, esta vez a retractarse y a anunciar: "Decenas de compañeras nos han escrito planteando que tienen acuerdo con nuestra posición -que también es la posición de otras compañeras independientes y organizaciones”…Y en algunos comentarios se vio que  convocan a una reunión en el reloj de la Pérez para el martes 1 de noviembre.

Pregunto: Por qué lanzar una convocatoria  separatista, y no sumarse a las reuniones públicas que sostiene NIUNAMENOS? O por qué no escribir al grupo o al fan page para hacer el llamado del debate tan necesario del que hablan?

Si dicha reunión se llevó a cabo, por qué no publicar los acuerdos a los que se arribaron?

Días después de silencio el 7 de Noviembre lanzan: Por un "Ni Una Menos" combativo e Independiente del Estado, la oposición patronal, ONG's e Iglesias”…donde además de toda la verborrea de siempre, convocan a una reunión para el 9 de Noviembre: Reunión en la carrera de Antropología en la UMSA.
Nuevamente: Y qué pasó con la reunión? Ningún registro? Algún consenso?

Jamás publicaron nada. Y si, argumentarán que ese día se llevaron a cabo las elecciones rectorales en la UMSA, sin embargo, se reunieron en el atrio, no?

Y cuál fue la esencia de la reunión? Y sobre todo, cuál fue el resultado?

Pasan algunos días y el 13 de noviembre lanzan uno más: “La hipocresía del Instituciones gubernamentales y las Alcaldias… En realidad el artículo es de Elio Aduvirias, quien afirma: “El #25N abre la oportunidad para pelear para que surja un movimiento de mujeres independiente del Estado, los patrones y las Iglesias”

Concuerdo contundentemente con esta afirmación, porque puedo asegurar que yo soy una mujer independiente del Estado, de patrones y sobre todo de iglesias, y que las compañeras que hemos asistido a las 2 Asambleas generales, a las 4 reuniones de Inter comisiones, y a los cuatro encuentros de la comisión en la que me adscribi , somos mujeres que nos hemos autoconvocado porque estamos conscientes de que lo que no se nombra no existe, por eso estamos y estaremos para denunciar que nos están matando todos los días. Y que la próxima puede ser una de oficialismo, una de oposición o una devota católica, y que el dolor y la impotencia sería absolutamente el mismo. Porque el ser mujer nos atraviesa la piel antes de hacer prevalecer cualquier bandera política. 

Y finalmente ayer, 15 de noviembre sale: Por un "Ni Una Menos" combativo e Independiente del Estado, la oposición patronal, ONG's e Iglesias, convocando a una  reunión este viernes 18.

Y si todo este tiempo invertido en publicar comunicados, lo hubieran invertido en escribir a NiUnaMenos para interpelarnos, para cuestionar y para proponer?

De hecho, sé de qué a dos miembras de este colectivo al que hago alusión, se les informó directamente de la reunión del sábado 5 de noviembre, por qué el desinterés?

No voy a ser arbitraria ni invasiva para suponer respuestas, sin embargo dejo estás interrogantes para que cada quien pueda alimentar su opinión.

Oportunista llaman a la intención de sumar tanto a la mujer del mercado Rodríguez( porque si no se han enterado estamos articulando en mercados) como a la muchacha de San Miguel, sabiendo que ambas al regresar a casa pueden ser violadas y terminar en un par de bolsas.

Organización oficial nos llaman a las que estamos dando la cara y el cuerpo? No, mujeres, aquí nada es vertical ni mucho menos tienen representantes oficiales, aquí cada quien se autorepresenta, porque eso nos ha enseñado el feminismo.

Y retomando sus propias palabras, creo que no tienen ningún derecho a meternos a todas en un mismo saco. Y sobre todo no tienen la más mínima propiedad para hablar de nosotras y de nuestros supuestos intereses, si nunca han tenido la predisposición de asistir a las reuniones para vernos las caras.

Y de hecho podría seguir, sin embargo, ya son las 2am  y debo madrugar, porque para que se enteren, no me espera ninguna oficina del MAS , ni un escritorio en ningún espacio de ONG ( que tampoco me avergonzaría, otro tema de debate : la esquizofrenia contra éstas). Me esperan mis espacios de lucha individual y colectiva.

Empero, finalizaré recalcando que mi feminismo es crítico y que soy de las mujeres que piensan que el debate y discusión entre mujeres es válido y légitimo, porque un útero no nos define como iguales, sin embargo, soy una convencida de que el intercambio de posiciones y los disensos deben darse con respeto, con propiedad, con hidalguía y con cuidado, por qué cuidado, me dirán? Porque aunque  me digan idealista yo sí creo que entre mujeres debemos cuidarnos, sobre todo desde el lenguaje. Y bueno, para que este escenario se, debe haber voluntad, y es lo que menos se ha visto.

Yo si marcharé el 25 de Noviembre porque tenemos una deuda histórica con nuestras muertas, por ellas ni un minuto de silencio, toda una vida de lucha, y no como slogan trillado, sino como praxis en la jornada diaria.

Y si las demás no lo harán, no lo hagan, pero no hagan política barata a nombre de las que hoy ya no tienen voz.

Renata sí aborto, ahora es Licenciada



Por: Anahi Alurralde Molina

Era lunes, el primero del mes de junio y mientras tú y yo  aún dormíamos, Renata estuvo en la trastienda de una angustia absorbente y con los ojos ardidos a causa del insomnio, estaba decidida, no podía pasar ni un día más. Ella es una joven de 22 años, de estatura mediana, piel blanca, ojos grandes y negros, casi tan negros como la angustia que la embargaba. 
Renata recibirá su título en menos de 2 semanas, es decir, su colación está cerca, será oficialmente Licenciada. Y mientras tu oías el despertador y le dabas 5 minutos más a tu alarma, ella estaba en la Ceja del Alto, acababa de entrar a una especie de cuarto que olía a náusea, donde se ve a lo lejos unas payasas de paja en el suelo y cerca de ellas unas pinzas con aspecto de no haber sido lavadas hace tiempo. Empieza una conversación, con frases simples y secas con la Doña que trabaja ahí, la que hace los abortos. El aspecto de ésta no sólo generaba incertidumbre sino también  miedo.

Renata, sabe que lo que quiere hacer es prohibido, está consciente de que puede ir a la cárcel, pero lo que domina sus enredados pensamientos es saber que no cuenta con mucho dinero y que el tiempo la apremia. Pasaron 10 minutos y el olor nauseabundo  del ambiente empieza a  incomodarla y toma una  decisión; marcharse inmediatamente de aquél lugar.

Al salir de ahí, Renata hace un recuento de su vida,  los recuerdos llegan a ella como fotos instantáneas  que desfilan por su cabeza. Esos primeros años de Universidad donde todo era perfecto y su única responsabilidad era estudiar, algo que nunca significó un sacrificio para ella porque le gustaba lo que hacía. Muchas anécdotas invaden su mente, todas ellas, fueron estableciendo su carácter, no todo fue sencillo, enfrentó obstáculos y tropiezos que la marcaron, 

Y mientras todo esto circulaba por su mente, ella perdía la noción del tiempo, olvidando que ya se acerca el medio día y que debe visitar el otro lugar que le han recomendado, porque sin duda, el sitio del que acaba de salir, no es una buena opción.

Un bocinazo estruendoso la hace reaccionar y vuelve a la realidad, se percata de la hora, acelera el paso y se dirige al centro de la ciudad. En el camino hace dos llamadas definitivas y redacta un mensaje de texto. La primera llamada es a su mamá, le informa que no llegará a casa hasta la noche y le inventa que se trata de asuntos académicos. La segunda llamada es a su mejor amiga, casi hermana, para definir  cuál será el punto de encuentro y el tiempo exacto que cada una demoraría.Y el mensaje de texto que redacta está dirigido a un compañero de la Maestría para informarle que hoy no asistirá.

El punto de encuentro es la Plaza Eguino, Renata siente miedo, no acostumbra a visitar esta zona ni las aledañas y aunque sintió más miedo en El Alto no dejaba de sentirse intimidada. Pasan diez minutos y llega Amanda, la amiga. Ambas se abrazan y con la mirada dicen todo lo que sus bocas no se atrevían a mencionar. Se dirigen al seudo Hospital que les recomendaron días atrás. La desconfianza impera en las dos, pero sin duda Renata sabe que será ella quien enfrente lo peor. En medio del camino se detienen, porque no conseguían llegar a un acuerdo, el dilema era ¿darán sus verdaderos nombres? Amanda, piensa que lo más conveniente es no  darlos, por lo contrario, Renata teme que esto cause algún problema y dilate el asunto. 

El sol alcanza su punto máximo y como el sol paceño no calienta, sólo quema, ambas empiezan a sofocarse sin llegar a ningún acuerdo, tienen claro que lo que menos necesitan es una pelea, por esto, Renata acepta, definen que darán información falsa, identidades inventadas.

Emprenden otra vez la caminata, después de unas cuantas cuadras al fin ubican el lugar, una edificación relativamente nueva o muy bien conservada. En los primeros pisos se encuentran almacenes de abarrotes que colindan con laboratorios  clínicos que ofrecen pruebas de embarazo en menos de quince minutos. Renata y Amanda están agarradas de la mano, llenas de temor, pero con la leve seguridad de saber que están juntas. La gente las observa y clavan miradas duras hacia ellas, la razón es evidente, su forma de vestir las delataba. Ellas son señoritas  bien vestidas y en palabras de las chiquillas que habitaban el lugar, eran unas “jailonas”. Ambas sienten el rechazo, pero continúan subiendo las escaleras, y por fin llegan al quinto piso, donde el gran letrero les anunciaba que ya habían encontrado  el lugar correcto.

En la ventanilla se encuentra una mujer de aproximadamente  treinta y cinco años, rubia, alta y con una sonrisa amigable. Renata se acerca y pregunta por el Doctor que le recomendaron, la respuesta fue corta y precisa “Está con paciente, pero la consulta es 50 bs vaya pagándome”

A pesar de que siente dudas, Renata saca el dinero y se dispone a esperar. Transitaba mucha gente por el ambiente, la mayoría mujeres de todas las edades, pero predominaban las que no pasaban de los treinta años. Se respira  tensión, intercambio de miradas entre todas, preguntas que nunca se atreverán a hacer, gritos de desesperación que sólo se manifiestan  a través de los ojos.

Son ya las 16:12pm, ninguna de las dos ha almorzado. Renata sólo conserva en el estómago la mitad de  la marraqueta que alcanzó a comer cuando salió de casa, pero el apetito era lo que menos le importaba. Su cabeza está concentrada en hacer cuentas, es decir, trata de calcular si esos 50bs que tuvo que pagar hacían variar la cantidad que llevaba, ese fuerte monto que tanto le costó conseguir. Se prestó dinero de tres personas, sólo dos son de confianza, la tercera tuvo que ser una última opción porque no le alcanzaba.

Amanda le aconseja que debería comer algo, que no es bueno que pase tantas horas sin probar bocado, Renata se niega y le explica que los nervios  ya son suficiente alimento. En medio de la charla, la mujer de la ventanilla se acerca y solicita los datos de Renata,como habían acordado, dio un nombre falso, le pide su cédula de identidad; Renata se pone nerviosa y lo refleja con su voz baja y casi temblorosa que afirma “No, no lo he traído porque está en trámites”, excusa ridícula desde cualquier punto de vista, sin embargo la encargada simula creerle y le informa que en cinco minutos pasará a consulta. Con las manos sudadas y los ojos enjugados en lágrimas  que se resistían a salir, Renata entra al consultorio, no lo hace sola, Amanda entró con ella.

Dentro del consultorio que a primera vista parecía normal y hasta aspecto elegante tenía, se encontraba   un hombre joven, piel trigueña que llevaba unos anteojos peculiares. Éste les extendió la mano saludándolas de manera excesivamente apegada, su mirada era libidinosa, esa típica de los machos que tanto asco genera. 
Al ver que Renata entró en una especie de pánico, es Amanda la que empieza a hablar. Le dijo el nombre completo de la persona que les recomendó el lugar y les proporcionó la referencia para buscarlo a él en específico. El sujeto se percató casi al instante de cuál era la razón de la consulta por lo que empezó con el mismo discurso que vende siempre. Después de una larga explicación que además incluyó reflexiones baratas, el médico de los lentes peculiares, les informó que la intervención podría ser hoy  y que ésta no duraría más de media hora. 

Renata asienta con la cabeza, dando a entender que acepta. Amanda guarda silencio, mientras él, saca de su escritorio dos hojas tamaño oficio, el contenido con letra menuda, era casi ilegible, en la parte inferior de la hoja había un espacio para una firma. Eran los “contratos” que ellas debían firmar para que quede claro que todo se realizará  bajo responsabilidad de la paciente y su testigo. Ambas firmaron sin leer nada, desde luego, ninguna hizo su firma original.

Una vez que tuvo la autorización y la firma correspondiente, el doctor se dispone a prepararlo todo. Renata debe ingresar sola a la respectiva sala, ella se resiste, pero Amanda le hace entender que debe ser así, que no se preocupe porque ella no se moverá de ahí.

La enfermera que la acompaña, le informa que debe estar desnuda de la cintura para abajo y debe colocarse la bata “esterilizada” que está colgada de un clavo. Renata cumple todo al pie de la letra. En la calle, empieza a anochecer, el frío se apodera de la ciudad y ella lo siente profundamente por todo su cuerpo.

Son las 19:00pm, ingresa el doctor y  dan inicio a lo que ellos llaman, cirugía.

Aproximadamente 45 minutos después, Amanda ve salir a Renata, está pálida, cojea un poco y sus ojos están perdidos. Se abrazan en silencio y antes de irse, el Doctor les dice de la manera más ligera “Se cuidan chicas, para cualquier cosa, estoy para servirles”. Esta frase produce un asco indescriptible en Renata, que a pesar del dolor pélvico y el adormecimiento en sus piernas, empieza a caminar a paso acelerado para salir de una vez de ese lugar, que aunque lo intente, nunca podrá olvidar.

No hay movilidades, las calles están congestionadas, resuelven ir caminando.

El reloj de la Perez marca las 20:01pm, Renata ya abortó y vuelve a casa.

En medio camino, le agradece a Amanda por todo, al hacerlo, su voz empieza a quebrarse, pero le pide que se marché, porque necesita estar sola. Amanda un poco azorada, le pregunta si está segura y la respuesta es contundente “Si amiga, sólo haz eso más por mí”

Renata se queda sola, decide sentarse en una banca que vislumbra a lo lejos, el dolor físico es profundo, sentarse resulta complicado.

La joven que recibirá su título en menos de dos semanas, no define si lo que siente es culpa, pero lo que tiene claro es lo que se le ha venido a la cabeza, en cuanto salió de aquel lugar. Un artículo que leyó hace algún tiempo, éste sostenía con datos empíricos que la cifra de mujeres que abortan en Bolivia anda por los cuarenta mil por año y que de éstas en el mismo lapso de tiempo mueren más o menos seiscientas. Aclarando que todas  son de bajos recursos. Entonces Renata se estremece, intenta poner su mente en blanco y resuelve levantarse y continuar el camino a casa.

Lo que le atormenta al recordar  el contenido de ese artículo, no es  pensar que ella también pudo morir, al contrario, le estremece  saber que ella está viva.

El dolor pélvico se agudiza, empieza a perder sensibilidad en sus piernas, siente realmente un gran malestar físico, pero nada se compara con el tormento mental que atraviesa. Debido al intenso dolor decide abordar un taxi.

Renata llega a casa, para su tranquilidad no hay nadie. Antes de dirigirse a su cuarto, se detiene a observar todo lo que le rodeaba  y al hacerlo confirma lo que venía pensando en el taxi, su condición de mujer de clase media le permitió hacer lo que hizo y gracias a eso, dentro de dos semanas será la más halagada y todos le llamaran Licenciada.

Renata no puede verse al espejo, no se reconoce. Está consciente que ella si pudo conseguir dinero, ahora ella sabe  que en su país las ricas abortan y las pobres se mueren.


Renata desde mañana empezará los preparativos para el festejo de su colación y asistirá con normalidad a la Maestría. 
Y tú y yo, continuaremos con el ritmo de vida cotidiano, revistiéndonos de esa indiferencia que tanto mal nos hace. Dentro de unas horas, quedará en el olvido  lo que paso un lunes del mes de junio.