Por: Anahi
Alurralde Molina*
Voy
a comenzar este artículo pensando en Renata, Andrea, Estefanía, Paola y en esas
mil mujeres más que hace poco o mucho se practicaron un aborto en la
clandestinidad siendo estudiantes, acabando la carrera, siendo madres de ya
tres hijos o siendo adolescentes. Me pregunto ¿Qué pensarán hoy que se han
ampliado las causales para practicarse un aborto legal y seguro? ¿Qué sentirán al saber que hoy sus sobrinas,
sus hermanas, sus hijas, no tendrán que poner en riesgo su vida por decirle NO
a una maternidad no deseada?
Diversas
serían las respuestas y segura estoy que la mayoría estarían imbuidas de
celebración, y si hay que celebrar, pero sin que eso nos anule la criticidad
que requiere este tema en el que la vida y la subjetividad de miles de mujeres
bolivianas están en juego.
¿Qué se ha logrado?
Después
de 6 meses de intensas posiciones encontradas, el pasado 28 de septiembre se ha aprobado el artículo 153 del código penal
con el aumento de causales que evita que el aborto sea punible en ciertas
circunstancias. Y para el lector o lectora, explicamos lo que implica dichas causales
y las reflexiones que guardo de cada una de ellas.
Siempre
que sea dentro de las primeras ocho semanas una mujer que sea estudiante podrá abortar,
con esto se busca ampliar la protección a mujeres jóvenes, y no es para menos tomando
en cuenta que el índice de embarazo juvenil en Bolivia es excesivamente alto. Sin
embargo me pregunto ¿Y si no estudia? No
olvidemos que todavía existe abandono escolar femenino con porcentajes bajos,
pero que hablan de una realidad. El 6%
en secundaria y 2,5% en primaria. ¿Las causas? La feminización de la pobreza y
el imperante machismo, entre otras.
Continuamos,
bajo la misma condición respecto al tiempo de gestación, cuando sean niñas o
adolecentes también podrán acceder a un aborto seguro. Voy a ser incisiva en
esto ¿Cómo se va a lograr que una
adolescente sepa que está embarazada antes de las 8 semanas? Menciono y hago
hincapié porque soy mujer y pertenezco a esa generación donde no nos enseñaron
a conocer nuestro cuerpo, sino a odiarlo y tenerle el suficiente pudor para no
dejar de ser una “señorita”. Confío en que en estos tiempos
si se habla de educación sexual y reproductiva en los colegios, y si aún
no se lo hace que se empiece ya.
Seguimos,
también podrán interrumpir un embarazo las mujeres que tengan a su cargo
a personas adultas, discapacitadas o consanguíneos menores. Es decir que cuide
a ancianos, a sus padres, a enfermos o a hermanos pequeños, siempre y cuando
sean más de uno. Aquí quiero hacer notar cómo
se circunscribe a la mujer en la tarea de los cuidados. La lógica es: Ya se hace cargo de otras personas, bueno
entonces está bien que no sea madre. Habrá que preguntarse ¿Y si su cotidianidad está limitada en otro
tipo de trabajos que le requieren considerables horas? O ¿Si sencillamente no
tiene tiempo para atender a nadie que no sea a ella?
Continuamos, se podrá acceder a un aborto para prevenir un riesgo presente
o futuro para la vida de la mujer embarazada. Un punto verdaderamente obvio, pero necesario
para todos y todas aquellas que consideran que la maternidad es sacrificio y
que la integridad de la mujer no vale nada.
Por
otro lado, tendrán la opción de abortar las mujeres en cuyos embarazos se
detecten malformaciones fetales incompatibles con la vida o cuando el embarazo
sea consecuencia de reproducción asistida no consentida por la mujer.
Y
como ya estaba estipulado, el aborto no será punible cuando el embarazo sea consecuencia
de una violación o incesto. La obviedad de este punto es estridente, sin
embargo voy a mencionar algo al respecto para todos aquellos que se rasgan las
vestiduras al momento de decir: ¡el
aborto sólo debería estar permitido en casos de violación! A todos esos les
digo, si apoyan el derecho al aborto sólo en casos de violación, están diciendo
que una mujer necesita ser dominada, violada y humillada por un hombre para que
merezca el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.
¿La lucha ha
terminado?
No,
una y otra vez no. Incluso me atrevería a decir que recién ha empezado. Esta ha
sido una batalla ganada, el lector o lectora más optimistas se preguntarán ¿Pero
Por qué? Les respondo, el oscurantismo que todavía nos persigue como sociedad y
que se refleja en los discursos de odio que emiten día a día los sectores
conservadores será el principal enemigo a enfrentar.
Y
no hablo de elucubraciones mías, no, no, hablo de una realidad cuando
representantes de la Iglesia Católica salen campantes a declarar que “La Iglesia no negociará el tema del
aborto y que, cueste lo que cueste, incluyendo la posibilidad de que se lleguen
a cerrar los centros de salud de la misma Iglesia, seguirán defendiendo los
principios de la vida” Pareciera que no tienen la mínima voluntad de entender
que la vida de las mujeres no se negocia, como ellos lo hacen con curas,
obispos y cardenales pederastas.
Y
por si fuera poco, nos tocará luchar también con la alianza criminal que se ve
venir entre Iglesia y Colegio Médico, ambas instituciones con representantes
revestidos de doble moral que en nombre de Dios, por un lado lucran con la vida
de las mujeres y por otro, ahora pueden dejarlas morir.
Tocará
también ser constructoras y constructores de espacios críticos para luchar
contra las cargas prejuiciosas y
moralistas que criminalizan a las mujeres que han abortado, hay que
desmontarlas y lograr así la despenalización social del aborto. Porque ninguna
mujer que aborta es mala y la sociedad tiene que entenderlo.
¿Y ahora qué sigue?
Para
las y los legisladores la inminente tarea de ser rígidos vigilantes de la aplicación de cada
una de las causales estipuladas, precautelar que ninguna estudiante, ninguna
adolescente, ni ninguna mujer deba
peregrinar y ser sometida a re victimización o criminalización de su decisión
de no ser madre.
Para
las y los médicos repensarse, dejar a un lado los estigmas y cumplir lo
establecido sin lucrar y sin pretender negociar con la vida o con la
estabilidad emocional de las mujeres.
Para
las y los educadores asumir la responsabilidad de hablar de sexualidad
responsable, de llamar a las cosas por su nombre y tener claro que si a las
mujeres se les habla de anticoncepción, a los hombres deben hablarles de
consentimiento.
Para
nosotras seguir firmes en la lucha y trabajar mucho para que en un tiempo no
muy lejano, se logre la despenalización total del aborto, no porque a nosotras
nos parezca lo correcto, sino porque es lo necesario. Porque no quiero que ni
mi hija, (si algún día decido ejercer mi maternidad) ni la tuya, ni la de nadie tengan que seguir
luchando por esto. Porque no quiero que tengan que repetir hasta las lágrimas
que la mayor violencia estructural para una mujer es darle a elegir entre ser
madre o ir a la cárcel.
Todo
eso sigue, todo eso aún queda.
*Feminista
y Politóloga
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